lunes, 23 de marzo de 2009

Conociendo a Juan Antonio.

Por supuesto, Juan Antonio jamás me respondió. Yo seguí revisando en facebook lo que más pude de él: si tenía más amigos, si esos amigos nuevos tenían el perfil público y así poder ver sus álbumes y encontrarlo. Permanecí mucho tiempo en la terraza, con mi vodka tónica al lado, mi fiel pc rosado, y Francisco diciéndome que ya no le gustaba tanto el regalo que me había hecho.

Por suerte el famoso encuentro anual me sirve de excusa, aunque ahora que la fecha se acerca tengo un montón de trabajo, porque me llaman por teléfono a cada rato, las que no han pagado quieren hacerlo a última hora, que encuentran que los tapaditos de caviar son caros, que no hay necesidad de champaña brut (encuentro última de rasca la demi sec) y así mil detalles. La niña del trabajo de Francisco que me ayuda tuvo que trabajar de más preparando las nuevas carpetas con todas las cotizaciones.

Igual me anduve molestando con la Lena. Me puse tan alegre cuando supe que había vuelto a Chile, al fin tener una amiga de verdad, pero me sale con tantas preguntas y soluciones francamente ridículas.

Lo que sí trataré de hacer es un registro de mi historia con Juan Antonio, sólo para mí. Como cuando lo conocí.

Aún era soltera, aunque estaba de novia con mi primer marido. Era mi último año de diseño y miraba de lejos a los recién llegados, como les hacían esas pruebas asquerosas y denigrantes (a las cuales me negué rotundamente a participar) hasta que un día lo divisé: alto, delgado, rubio, con esa sensualidad igualita al vocalista de INXS, ese que se murió (tan loco estos roqueros). Se notaba que era un poco mayor que sus compañeros, por la forma de moverse y de conversar con todos.

Me las arreglé para que me notara: si pasaba cerca me reía fuerte (no como loca, sino tratando de parecer una mujer con buen humor), si lo veía comprando un café me ponía a su lado y cuando noté que andaba en moto (nadie es perfecto), me estacionaba a su lado. A las pocas semanas, ya me saludaba. Y estoy 100% segura, que cuando yo pasaba, no dejaba de mirarme hasta que desaparecía de su vista.

Comenzamos a hablar para una apertura de una boutique que unas compañeras organizaron. La ropa que ellas diseñaban siempre la encontré horrenda, pero fui sólo por una corazonada que tuve: cuando observaba a Juan Antonio, me di cuenta que siempre estaba rodeado de mujeres, asi es que no era tan loco pensar que podía ir. Me vestí sexy, aunque casual: jeans ajustados, una polera con un escote bien decente, y unos zapatos que me traje de Buenos Aires y que nunca más he vuelto a encontrar.

Igual me da pena recordar esos años. No se me puede olvidar la noche anterior a mi matrimonio por el civil, el escándalo que me hizo Juan Antonio, y el viaje tan largo que hizo que nos volvimos a encontrar como cuatro años después.

3 comentarios:

Rocio dijo...

y que paso despues!!!!!!!!! aaaaaggggg que curiosidad!

Anónimo dijo...

Pero como... sin conflicto, sin atados... hoy la mina no andaba cuatica, que estraño, jaja

Calú dijo...

Canifrú
Confieso que quiero ser tu amiga
Eres viñamarina pero porteña y chucheta, y te llamas Claudia, suficiente razón para conocerte