lunes, 25 de octubre de 2010

Encarando a Juan Antonio.

Debo reconocer que, si no fuera por el barrio horrendo y último, mi vida sería bastante agradable. Es que Javier de verdad hace lo imposible por verme contenta y sonriendo.

Por lo mismo ni supo que fui al instituto donde hace clases Juan Antonio, a encararlo. Es que tenía tanta rabia, si no fuera por la china mi situación sería muchísimo mejor. Y claro, como Juan Antonio sabe que hizo mal, apenas me vio, puso cara rara.

- Tienes que irte, si Nanako te ve acá...
- ¿La china fea con la que te casaste? Me da lo mismo. Vengo a hablar contigo. ¿Supiste lo que hizo tu mujercita exótica?
- Si sé que habló con tu marido.
- Ex marido, para tu información. Y gracias a eso, ahora soy pobre. Espero que estés feliz.
- Qué exagerada eres, tú jamás serás pobre. Pero de verdad tienes que irte, Nanako está furiosa, no me cree nada.
- Ese es tú problema. Dime, ¿qué le contaste?
- Chuta, algunas cosas de nuestra historia.
- ¿Podrías ser más específico?
- Le dije que estuvimos enamorados mucho tiempo pero que tú preferías otro tipo de vida. Además revisó mi correo electrónico, donde leyó algunos correos antiguos tuyos que tengo guardados. Bueno, tenía, porque los borró.
- Y te apuesto que le contaste todo para salvar tu matrimonio.
- Es que no me quedó otra.
- Qué cobarde eres, Juan Antonio. Y de paso salí perjudicada. ¿Sabes lo que más rabia me da? El haber perdido tanto tiempo contigo. Si en el fondo eres un egoísta que sólo piensa en sí mismo.
- ¿Yo, egoísta? Chuta que tienes mala memoria. ¿O acaso no recuerdas todas las veces que te rogué que estuvieras conmigo, o cuando te pedí matrimonio?
- Igual te casaste con la china fea.
- Siempre quise tener mi propia familia, y no podía seguir esperándote. Además que Nanako, y es japonesa, entiende mi forma de ver la vida.
- Me da lo mismo. Vine solamente para decirte que eres último de egoísta, poco hombre y que gracias a ti y tu mujer, ya no tendré la vida que merezco.
- Tanto melodrama, ¿Acaso volviste a vivir con tus papás?
- No, estoy viviendo con mi futuro marido.
- ¿Te vas a volver a casar?
- Obvio, eso de andar viviendo es para otro tipo de gente.
- Qué afortunado.
- Me carga que seas irónico.
- No es ironía. Siempre quise eso para nosotros, lo sabes.
- No, no lo sé fíjate. Y me da lo mismo, porque estoy tan enojada contigo y con tu mujer. Encuentro último de tu parte que la dejaras ir a hablar con Francisco. No tienes idea el cómo me perjudicó.
- ¡Te juro que yo no lo supe hasta que Nanako llegó a la casa contándome! Pero ya nada podía hacer. Además que tú comenzaste, cuando le enviaste el mensaje ese, diciéndole que me controlara.
- Es que Juan Antonio, estaba harta que me persiguieras. Sabes que no sirvo para amante, una vez que te casaste todo se acabó.
- ¿Y los besos que nos dimos para la inauguración de la tienda, no significaron nada?
- No, nada.
- Estás mintiendo, te conozco.
- A ver Juan Antonio, concéntrate. Si vine hasta acá era para decirte lo que pienso de ti, y nada más. Y no se te olvide que estoy enojada contigo.
- Te ves más linda enojada.
- Me veo linda siempre. Y ahora me tengo que ir, hay un hombre bueno y que me quiere esperándome.
- Dile que lo envidio mucho, qué ganas de estar en sus zapatos.
- Si quieres se lo decimos a la china también.

lunes, 18 de octubre de 2010

La peor semana.

Creo que he bajado 5 kilos en esta semana. Han sido demasiados cambios.

Después de hablar con Juan Carlos, mi abogado, me fui donde la Lena. La verdad es que estaba bastante desesperada y necesitaba su consejo. Le pedí el número de Juan Antonio porque lo único que quería era decirle lo poco hombre que era y que gracias a la tonta de la china fea me había arruinado la vida. Por supuesto la Lena no quería darme el número, que cuál era la idea de rebajarme, que no vale la pena. Finalmente accedió, y me contestó la china fea. Qué atroz esta gente que vive en Chile y habla un pésimo español. Le corté y me llamó de vuelta.

- No quiero hablar contigo.
- Lo único que te quiero decir es que por favor dejes en paz a mi marido. Ya nos has causado suficiente daño.
- Perdóname, pero TU marido es quien me persigue.
- Eres una descarada. Pero no importa, porque ya le conté todo a tu marido y espero que él sepa ponerte en tu lugar.
- Ex marido, para tu información. Y no es mi culpa que Juan Antonio me busque. Quizás yo le doy las cosas que tú no.

Le corté y apagué el teléfono unos minutos. China horrenda, le regalo al cobarde de Juan Antonio. Quizás qué cosas le dijo de mi para que ella me tratara tan mal. Aunque esto no se va a quedar así, buscaré a Juan Antonio por último en ese instituto donde hace clases y le diré unas cuantas. Y pensar que hasta creí que era el amor de mi vida.

Donde la Lena escuché el mensaje de voz de Javier: “Mi pobre niña rica (así me dice para molestarme), me llamó tu marido porque la Marlene le fue con el cuento. Le dije que sí estamos juntos, menos de un mes, pero porque tú te sentías sola ya que intuías su infidelidad. Me hizo rejurarle que todo era verdad. Creo que se lo creyó. Te llamo más tarde porque voy saliendo al ensayo”.

Llegó la Alison donde la Lena, porque Francisco le contó a James “lo engañado que había vivido todos estos años”. Según mis dos amigas, la mejor solución es irme a vivir con Javier. Escuchando cómo la Alison se lo describía a la Lena, casí me enamoré de él: un hombre bueno, querendón, solitario, responsable, atractivo, sin vicios, al que le “brillan los ojitos cuando te ve”.

Finalmente les hice caso, sobre todo por la parte del dinero que gastaría quedándome en un hotel. Claro que lo hice todo en forma organizada: el martes a primera hora llegó el camión que contraté, donde cargué todas mis cosas y algunos muebles que yo escogí y que costaron carísimos. Igual gasté una cantidad importante, porque contraté a unos hombres para que embalaran el lunes.

Javier me recibió con una gran sonrisa. Me dijo que no me preocupara por nada, que él estacionaba mi jeep y se preocupaba del camión. Te preparé un rico baño de tiña para que te relajes.

Me fui al baño, me saqué el buzo inmundo y me relajé en la tina. A los cinco minutos, mientras escuchaba bajar mis muebles, a Javier abrir mis maletas y gritarme: no te preocupes, te dejé casi todo mi clóset para ti solita, me vino un ataque de llanto. Qué atroz, no podía parar. ¿Qué sería de mi viviendo en este barrio horrendo, con un hombre al que apenas conozco, más la vergüenza de tener un ex marido infiel?

Anduve bastante triste el resto de la semana, además que Javier continuó con su vida habitual y, cuando iban sus alumnos al loft, tenía que irme a alguna parte. El jueves me fui donde la la Lena, y el viernes un rato donde la Alison.

Tampoco quise contestar las llamadas de mi mamá: no tenía ganas de escuchar sus recriminaciones.

Pero lejos lo peor fue contestar la llamada de Francisco. Lo hice porque no tengo nada que ocultar, pero me trató pésimo.

- Te llevaste el Chester. Es mío, lo quiero de vuelta.
- Nunca te gustó, fui yo la que lo compré.
- Perdóname, pero todo lo que hay dentro del departamento lo compré yo.
- Si te refieres al dinero, obvio que sí. Pero el buen gusto y refinamiento son míos, y eso no tiene precio.
- No tengo tiempo de escucharte. Lo quiero de vuelta. Ni me importa saber cómo me lo traes, pero lo quiero antes del próximo fin de semana en el departamento.
- ¿Me lo estás ordenando?
- Tómalo como quieras.
- Entiendo que siempre te gustaran las rotas Francisco, pero ponerte a hablar como una de ellas lo encuentro una exageración.
- Prefiero a las “rotas”, como tú las llamas, que a una mujer como tú: traicionera y mentirosa.
- ¿Ahora soy yo la mala? Como te lavó el cerebro la rota esa. ¿No le contaste que antes me engañaste con una rubia teñida última?
- No entiendo cómo no me di cuenta lo cínica que eres. Ya sé que la relación con ese tipo no fue sólo durante nuestro matrimonio, sino que viene de antes.
- ¿De qué estás hablando, por Dios?
- Sabes perfectamente a lo que me refiero. Pero gracias a Dios encontré una buena mujer, decente, trabajadora, sincera.
- Si fueras pobre no te hubiera mirado ni de lado.
- Cualquier cosa que venga de ti no tiene ninguna importancia. Lo único que quiero es el Chester de vuelta y que nos divorciemos lo antes posible.
- Dos cosas Francisco: el sofá es mío y la próxima vez que quieras hablar conmigo, hazlo a través de mi abogado. Es la última llamada que te contesto.

lunes, 11 de octubre de 2010

Francisco supo.

La semana pasada fue muy estresante. Todo comenzó con la cena con Javier. No estaba segura si decirle que sí, porque estaba esperando la respuesta del abogado de Francisco. Necesitaba estar 100% segura que el departamento lo pondría a mi nombre, porque con el dinero de los tres arriendos sí valía la pena vivir en el loft: estando adentro o en la terraza, ni se nota la comuna. El problema es el barrio y las distancias, pero creo que son cosas que podré soportar. Me puse a sacar cuentas y ahorrando el dinero del arriendo del departamento más grande, en dos años me puedo comprar otra propiedad más. Entonces sí seré libre de vivir donde y con quien quiera.

Me pasé toda la cena siendo amorosa con Javier y respondiéndole con evasivas. Como que disfrutaba mi forma misteriosa de contestarle. De todas maneras se me adelantó, porque me regaló una caja bien bonita con la llave de su loft adentro. Di las gracias internamente que no fuera un anillo de esos pobres que intentan parecer caros, porque ni loca lo hubiera usado.

No quise pasar la noche con él porque, en medio de la velada, recibí una llamada de Juan Carlos, mi abogado, que me tenía novedades. Quedé de ir a su oficina el sábado a primera hora.

- ¿Ubicas a una tal Nanako Soriano? – Fue lo primero que me preguntó.
- Para nada. ¿Quién es?
- Es la señora de Juan Antonio Soriano Camino.
- Si seré bruta. Claro que la conozco, es la china fea.
- ¿Y a Marlene Gatica?
- ¿Me citaste un sábado por la mañana para que adivinara nombres de mujeres?
- Es que estas dos mujeres arruinaron nuestros planes. ¿Estás segura que no ubicas a Marlene Gatica? Es cantante de jazz, una morena, bajita.
- La mapuchita.
- Ellas, por separado y sin ponerse de acuerdo, le contaron a Francisco sobre unas infidelidades tuyas.
- ¿Ahora soy culpable por dos mujeres celosas?
- Los pormenores no los conozco, pero tengo entendido que la tal Nanako le mostró mensajes de textos tuyos a Francisco, por lo visto bastantes comprometedores. Lo de la cantante fue más bien como un rumor, además que ella no es casada con el que supuestamente tu eres infiel.
- Todavía no entiendo, Juan Carlos.
- Es lo siguiente: Francisco no te dará nada. Porque si tú comienzas un juicio de divorcio probando que te fue infiel reteiteradas veces, él hará lo mismo.
- Que lo haga. No tengo nada que ocultar.
- ¿Estás segura? Porque el proceso es bastante vergonzoso: testigos, pruebas.
- Te juro que me indigna Francisco. Él fue quién me dejó en vergüenza la primera vez con la rota teñida, si hasta se la llevó a vivir al departamento. ¿Te acuerdas? Y ahora, con esta promotora pobretona y el embarazo. La ultrajada socialmente soy yo.
- Te entiendo, pero cuando Francisco andaba con, como dices tú, la teñida, te dio la mitad del dinero y tú te compraste una propiedad. Con eso deberías darte por pagada.
- Igual quiero demandarlo, por el daño que me ha hecho. Y que me entregue el departamento como pago. ¿Se puede?
- No te lo recomiendo. Francisco está bastante molesto con estas últimas noticias. Te va a destruir socialmente si lo demandas. De hecho, quiere que desocupes el departamento lo antes posible, pero negocié un mes.

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Qué hago?

Necesito escribir todo lo que me ha pasado, porque la verdad es que estoy muy confundida y no quiero volver al siquiatra: es sólo pérdida de tiempo y de dinero. Además que con ese fin me regaló el latero de Francisco este computador.

Las Fiestas Patrias no quiero ni recordarlas, porque hasta pelié con Javier. La cabañita en las Cruces muy bonita y todo, pero desde que llegamos me sentí fuera de lugar. Me quedé callada hasta que Javier me dijo que nos habían invitado unos amigos a un asado en Cartagena. ¿Yo, en Cartagena? Me explicó que era una de esas casonas de antaño, lejos de playa, gente de bien pero en desgracia. Y bueno, como no entendió mi postura – según él parezco una pobre niña rica-, tomé mis maletas y me fui donde mis papás a Con Cón.

Obvio que allá mi mamá dale con que volviera con Francisco, que la familia está primero, que tengo que embarazarme, que lo perdone por una propiedad a cambio… hasta que le dije que hablara con él personalmente.

Aparte de mi madre molestándome, me relajé bastante, dormí, me di baños largos en el jacuzzi y decidí que, una vez que Francisco ponga a mi nombre el departamento, lo arrendaré y me iré a vivir al de antes que cometiera el error de volver con él: me gusta mucho el barrio y la idea de decorarlo me encanta.

El martes de semana pasada, ¿o fue el miércoles?, mi mamá se juntó a hablar con Francisco. Llegó bastante desanimada a contarme que él está feliz con la idea de ser padre y que no tiene ninguna intención de arreglar el matrimonio conmigo. ¿Viste? Si a Francisco siempre le gustaron las rotas, mamá. Me quedó mirando con la misma cara que cuando era niña y hacía algo indebido, y me contestó: si te vuelves a casar, por favor haz algo pequeño y sin publicidad. No soportaré pasar más verguenzas, menos a mi edad.

Por otra parte, Javier es un latero del tipo “romántico”. Mientras estuve en Con Cón me envió mensajes de texto, que me extrañaba, que tenía ganas de verme. Le respondí – después del décimo mensaje- que la “pobre niña rica” no tenía ganas de verlo.

Para que sufriera un poco, me aparecí por su loft recién el jueves pasado. Estaba en una de sus clases y tuve que esperarlo en la terraza. Después me dio un gran abrazo y que lo perdonara, que él trataría de ponerse en mi lugar, que tenía muchos planes para nosotros y “nuestro futuro”.

Y aquí el gran problema, porque Javier quiere que me vaya a vivir con él. ¿Lo bueno? Que tendría el dinero del arriendo de los tres departamentos para mi solita. ¿Lo malo? El barrio, pobre y triste para mi gusto. Me da lo mismo que sea patrimonial o como sea que le dicen, la peluquería y el gimnasio me quedarían como a 40 minutos, y ni hablar de mis restaurantes favoritos.

En fin, le dije que este viernes le respondería. Iremos a cenar a uno de mis lugares favoritos. Mientras tanto, espero la respuesta del abogado de Francisco.