lunes, 11 de julio de 2011

Sin pan ni pedazo, final.

Obvio que Juan Antonio le creyó todo, pero todo a la mapuchita. Estoy tranquila eso sí porque yo fui la que terminé con él, y no al revés. Cuando comenzó con las preguntas (¿Esa vez que no pudiste venir fue porque estabas con el músico ese? ¿Por eso tenía que avisarte cada vez que te iba a visitar al hostel, para que no te pillara?) le dije que si le iba a creer a la ex de Javier -le conté lo despechada que está- en vez de a mi, que nos conocemos hace tantos años, entonces la cosa llegaba hasta aquí nomás.

Es un agrado estar sola, trabajo mucho mejor, más tranquila y sin interrupciones. El hostel está quedando maravilloso, mi loft/oficina es pura elegancia, todo mi estilo. A principios de agosto me vendré a vivir acá, además que comenzaré a entrevistar a mis futuros empleados, organizar la fiesta de inauguración... mucho por hacer y cero tiempo para los hombres.

Lo que sí hice fue encarar a la mapuchita. Le dejé bien en claro que me hizo un gran favor, que yo fui la que terminé con Juan Antonio y, aparte de regia, ahora seré millonaria. Y que por supuesto tiene prohibidísimo entrar al hostel.

Mi vida está mejor que nunca, ¿que más puedo pedir?

lunes, 20 de junio de 2011

Sin pan ni pedazo, primera parte.

Estas dos semanas he estado ocupadísima: llena de reuniones para dar a conocer mi hostel; buscando diseñador para crear la página web (está lista la maqueta); comprando las pinturas para cada habitación; y discutiendo mucho con Mariano por la fachada del hostel.

Finalmente le puse nombre: Reconquista. Cuando le conté a Mariano, me preguntó con una mueca de molestia en la boca (tan típico de él cuando algo le carga): ¿La Reconquista, El Reconquista, The Reconquista? Le tuve que explicar cómo treinta veces que es Reconquista a secas, y que si no lo encuentra atractivo comercialmente es su opinión, porque así se llama mi hostel y yo soy la dueña y punto.

Y en eso me pilló Javier el jueves de la semana pasada, haciendo mil cosas. Cuando lo vi en la puerta de mi loft/oficina casi me morí. Le tengo estrictamente prohibido que llegue sin avisar, una porque me carga que me molesten cuando trabajo, y dos porque no quiero que se encuentre con Juan Antonio.

Digamos que no le puse mi mejor cara cuando lo vi, asomándose.

- Hola, disculpa que haya venido sin avisarte, pero necesito que hablemos.

- Estoy súper ocupada, Javier.

- Lo sé. De hecho, hace días que no te veo.

- Tengo mucho trabajo; falta poco para inaugurar el hostel.

- Te juro que te quitaré poco tiempo.

Guardé la planilla excel, lo hice pasar, cerré la puerta, le pasé una silla.

- Te escucho. Espero que sea algo importante porque te juro que mi tiempo vale oro.

- La verdad que toda la situación nuestra me tiene confundido. Primero, te fuiste por mi infidelidad. ¡Pero hemos tenido el mejor sexo que cuando vivíamos juntos! Por eso te pedí matrimonio; pensaba que me habías perdonado. Ahora estás cada día más lejana, no me cuentas nada del hostel, ni te puedo visitar en tu apart hotel, y si vengo para acá tengo que avisarte. Tenía hasta cargo de conciencia por lo de la Marlén, pero ahora entiendo todo. Por eso creo que tenemos que dejar de vernos. O dejar de acostarnos. O lo que sea que tenemos juntos.

- No entiendo, Javier. ¿Volviste a las garras de la mapuchita?

- Me carga que le digas así. Y no, no he vuelto con ella. Lo que pasa es que tengo ganas de tener una relación seria, incluso de tener un hijo. Ya no estoy para estos trotes.

- Siempre supiste que no quiero tener hijos.

- Da lo mismo ahora. En fin, no creas que estoy celoso o algo parecido, pero supe de tu historia con tu amor ese eterno que tienes, y la verdad es que no quiero ser parte de un trío.

- ¿De qué me estás hablando?

- Conoces a la Marlén. Supongo que te siguió o algo por el estilo, y vino a contarme que pasas bastante tiempo con ese tipo, ese que tiene un instituto de Aikido. ¡No pongas esa cara! Sé que no tengo nada que decirte.

- ¡Por supuesto que no! Si cada vez que recuerdo que fui como una tonta a dejarte tu regalo de cumpleaños ya te estabas acostando con la mapuchita, me da una impotencia y me siento tan tonta.

- Lo sé, fue mi culpa perderte. De todas maneras, me gustaría seguir siendo tu amigo. Mal que mal seremos vecinos.

- Gracias, Javier. De verdad prefiero que seamos vecinos que cualquier otra cosa tan enredada, sobre todo con la mapuchita esa rondándote.

- Sobre la Marlén, no tengo idea cómo tomará este tipo la información que ella le llevará.

- ¿Qué información?

- Chuta, para hacer el cuento corto, cuando la Marlén me contó que tú andabas con este tipo y que a pesar de eso yo no volveré a tener nada con ella, comenzó a despotricar contra ti, que eras la culpable, que se iba a vengar, que le iba a contar que cuando él estaba trabajando tú te venías a mi loft…

- ¿Y cuándo fue todo eso?

- Antes de ayer.

Llamé como loca a Juan Antonio, frente a Javier. Lo único que pensaba era en matar a la mapuchita. No me contestó, claro que cuando vi el reloj me acordé que estaba en clases.

- Quizás la Marlén todavía no ha hablado con él. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

- Antes de ayer.

- Suerte con eso.

- ¿Hoy día vez a la mapuchita?

- No, pero mañana va al club, como siempre.

Me despedí de Javier y lo único que pensaba era qué le podía decir a Juan Antonio si esta rota llegaba a contarle algo. No tenía pruebas, ni fotos, nada. Lo peor es que no pude trabajar hasta que Juan Antonio me devolvió el llamado.

lunes, 6 de junio de 2011

¿Juan Antonio o Javier? ¿Javier o Juan Antonio?

Con Juan Antonio me hice de rogar un poco. Nos juntamos en su instituto ese sábado de abril, y llegué media hora tarde de adrede. Como todavía hacía un poco de calor (fue a principios de ese mes, sino me equivoco), me puse un vestido tipo camisero de manga larga, botas y ropa interior negra sexy, esa como con vuelitos, que sé que lo vuelve loco.

Me mostró todas las instalaciones, su oficina y otras cosas lateras que no recuerdo. Alrededor de las dos de la tarde miré la hora; ya me había comenzado a dar hambre y me estaba poniendo de mal humor. Partimos a un restaurante indú (el postre lo comeremos en mi casa, me dijo con una sonrisa), donde me contó de la china fea, que se quedó con su mamá luego del terremoto, que bastó que se casaran para que ella se convirtiera en celópata, que se creía todos los rumores y que le hacía la vida imposible, sobre todo después de pillarle los correos con “nuestra historia” (los mismos que leyó Francisco y gracias a ellos no le pude pedir ni un peso, ni me lo recuerdes, le dije) y que él ya daba por terminado el matrimonio. Después le conté que estaba a punto de divorciarme, que estaba feliz viviendo sola y sólo preocupada de ser una empresaria exitosa, que Javier me había roto el corazón porque me había sido infiel con una última y que mejor sola que mal acompañada.

Después nos fuimos a su departamento. Antes de hacer cualquier cosa con él, me fijé que no había rastro de la china fea: ni fotos ni ropa, nada de nada.

Me vine al apart hotel el domingo en la noche, cansadísima pero feliz: estuvimos todo el sábado y el domingo en la cama, riéndonos de los viejos tiempos, comiendo cosas ricas, sin hablar del futuro, sólo viviendo el momento. No encendí ni el celular, por si me llamaba Javier.

Claro que el lunes siguiente, cuando vi llegar a Javier con almuerzo para mí al hostel y leí el mensaje que Juan Antonio me había enviado (Espero que se vuelva a repetir, ya te extraño), me llené de dudas. ¿Tengo que escoger a uno? ¿Cuál me gusta más, cuál es el mejor, cómo los escojo?

Ya en la tarde tenía dolor de cabeza tipo jaqueca, de tanto pensar. Llamé a la Alison, necesitaba sus consejos. (Además que no puedo ir a su casa, porque James se lo tiene prohibido). Le conté de mis preguntas, de cómo escojo a uno, o mejor me quedo sin ninguno… me paró en seco. ¿Tú crees –comenzó diciéndome- que cuando Juan Antonio se casó con la china, o que cuando Javier se acostó con la mapuchita, se hicieron muchas preguntas? ¿Les pesó en algo su conciencia? No pues, porque mientras Juan Antonio le juraba amor eterno a la china, se besuqueaba contigo, ¿te acuerdas? Y para qué hacer memoria con Javier, si paso hace poquito. No seas bruta, disfruta y hazte de rogar. Y llámame siempre para contarme los detalles sucios, que me encantan.

Esa noche me tomé como cuatro vodka tónica. Me relajan y me ayudan a pensar. La Alison, como siempre, tiene razón: tanto Javier como Juan Antonio me traicionaron, sin importarles mis sentimientos. Ya es hora de tener la sartén por el mango, y disfrutar.

Y así ha pasado este tiempo, tranquila gracias a los horarios nocturnos de Javier. Y con él es con quien tengo una relación más bien sexual, porque con Juan Antonio converso más, le cuento de los avances del hostel, lo llamo para desearle los buenos días o le acepto invitaciones a comer un jueves en la noche, por ejemplo. Según la Alison, se debe a que el engaño con la mapuchita tiene menos tiempo.

La gran y única complicación vino para mi cumpleaños, el 20 de abril. Juan Antonio me lo quería celebrar en uno de mis restaurantes favoritos (podemos invitar a la Lena y a la Alison, tomar champaña, reírnos fuerte) y Javier se le ocurrió hacerme una cena en el loft con mi familia y mis amigas. Como las dos ideas me parecían pésimas, llamé a la Lena para que ella le dijera a mi mamá que me hiciera una cena en su casa, porque sé que mi progenitora le encanta cualquier idea de mi mejor amiga del colegio. Claro que tuve que soportar sus retos sobre Juan Antonio, que cómo le hago esto, que él se la está jugando por mí, que no debo jugar con Javier de esa manera, que si acaso me creo adolescente…

Finalmente, el miércoles 20 de abril a las 20:00 horas, me fui bien arreglada a la casa de mi mamá a una pequeña celebración. Puse el teléfono en silencio (ya me había llegado al hostel un ramo de rosas rojas hermoso de Juan Antonio, con una tarjeta para que almorzáramos al otro día, pero de Javier nada, lo que me causó extrañeza pero luego me olvidé), y mientras manejaba iba pensando en mi próximo cumpleaños, cuando sea una empresaria de verdad, cuando esté ganando dinero a raudales: lo celebraré en el hotel más top con una gran fiesta, y me autoregalaré un departamento en Concón, con una gran vista al mar. También me compraré un auto de lujo, para tenerlo aparte del jeep. O un departamento en los faldeos del cerro, en esos condominios exclusivos, para alejarme de todos en las tardes.

Apenas entré en la casa de mi mamá la Alison algo me quiso decir cuando me abrazó para decirme feliz cumpleaños, pero no le pude escuchar bien. Entonces vi a Javier, que esperaba su turno con una sonrisa en la cara.

Mi papá hizo un brindis por mí, me dijo que se sentía orgulloso de tener una hija empresaria y me entregó un llavero con las llaves de un jeep nuevo. “El otro estaba muy viejo”, me dijo con un abrazo. Pero no pude disfrutar el momento (sólo pensaba que tenía dos jeep, que podía vender el antiguo y esa plata guardarla), porque Javier se puso al frente mío, se arrodilló, abrió una cajita y comenzó a decirme que el plazo del mes se había cumplido ese día, que él había entendido que lo había perdonado, que sus sentimientos hacia mí eran cada día más profundos, que nuestra relación había dado un paso grande e importante… Lo interrumpí y le dije:

- Javier, te dije que este cumpleaños lo quería pasar con mis mejores amigas y mi familia. ¿Cuál es la idea?

- Pero hija, que modo de hablarle es ese- comenzó a decirme mi mamá.

- Déjala, está grande y sabe lo que hace – me defendió mi papá.

- Sólo quería aprovechar este día tan especial para pedirte que te cases conmigo, una vez que te divorcies.

La Lena se puso a aplaudir, con los ojos llenos de lágrimas. La fulminé con la mirada. La Alison se encogió de hombros, y mi hermano con mi cuñada se miraban extrañados. Le dije como respuesta:

- Fue en serio lo de pasar este cumpleaños sólo con mi gente cercana. Es verdad que ya pasó el mes desde que me fui del loft que compartíamos porque me fuiste infiel –aclaré este punto por si alguien le tenía pena a Javier-, pero no significa que te perdoné.

- Dime lo que quieres que haga y lo haré –Javier el mártir.

- Quiero que te vayas y me dejes celebrar en paz.

El jueves recibí el regalo de Juan Antonio: una chaqueta finísima para el invierno, de uno de mis diseñadores favoritos. Pasé la noche con él, pero el viernes a primera hora (ya era feriado por semana santa) partí a Concón con mis papás, a relajarme un poco: dormí bastante y me aproveché de que creyeran que estaba en shock.

El lunes puse a la venta mi antiguo jeep, quedé en ir el martes donde Juan Antonio, y Javier me mandó un mensaje: ¿volveré a verte? Fui al loft, le dije que la cortara con eso de matrimonio, que a lo único que podía aspirar conmigo es a una relación libre, porque estaba a años luz de perdonarlo.

¿Cuál es la receta? Que ninguno vaya al hostel sin aviso.

lunes, 30 de mayo de 2011

7 semanas.

He estado tan pero tan ocupada, que no he tenido tiempo de escribir todo lo que me ha pasado en estas 7 semanas. Qué atroz, se supone que dejé el siquiatra y escribiría todo aquí en mi pc rosado para no tener que volver aproblemada a contarle mis cosas a un médico que no me da respuestas. Y, con la relectura –supuestamente- no cometería los mismos errores.

En fin, me lo juro solemnemente que no volverá a ocurrir. El problema es por dónde parto el resumen de estos casi dos meses de mi vida. ¿Juan Antonio y Javier? Qué lata, pueden esperar, además que siempre están.

El hostel, que es lo que me mueve por ahora. Porque no he olvidado en ningún momento que mi fin es ser millonaria y no depender de nadie más.

Gracias al gran trabajo del constructor ya está tomando forma y pude guardar todas mis cosas en mi loft/oficina, claro que voy a tener que vivir en el apart hotel hasta agosto según mis cálculos, uno porque hace mucho frio para vivir en un edificio a medio terminar, y dos, porque el trabajador que cuida ha demostrado ser responsable y honesto, lo que me da mucha tranquilidad.

Mariano tuvo una idea excelente para el hostel: cada habitación será un artista chileno. Existirá la habitación Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Violeta Parra, Nemesio Antúnez, Claudio Bravo y otros más que no recuerdo. Y en esto hemos estado trabajando –y comprando- estas semanas: la decoración de cada dormitorio y de las áreas comunes. Esta es una de las tareas que más me gusta, y cosa extraña en mí (jamás pensé que así sería), es que conozco el Persa Bío Bío de punta a cabo.

El único problema que tenemos es el nombre del hostel. Mariano encuentra súper nada que ver el que yo tengo pensado: “Four Seasons”. Sé que es la copia de una cadena hotelera top, pero los gringos lo pueden pronunciar, y es elegante. Según mi diseñador top y BBF, los mejores nombres son unos mapuches que encontró: Tahiel, Kuyén, Ankatú y otros más que no memoricé. Imposible que un gringo los pronuncie. De todas maneras le daré unas vueltas al tema, total el nombre será importante a partir de septiembre, no antes.

¿Qué más? Mis amigas: La Lena sigue igual, con su vida de dueña de casa feliz. No tengo claro si la razón por la que prefiere a Juan Antonio de Javier es que lo conoce antes de la Alison, pero cada vez que nos juntamos las tres, se dividen por uno o por otro. Y la gran novedad es que la Alison está embarazada. Igual ella estaba feliz cuando me lo contó (no me lo esperaba, pero te juro que es lo mejor del mundo) y tuve que hacer como que me alegraba, porque la verdad no le encuentro ninguna gracia tener una amiga embarazada justo cuando más la necesito. Su única preocupación es su “bebé” –como ella le dice- y le presté a regañadientes a Mariano para que le decorara el dormitorio que ocupará su hijo, que creo nacerá en enero. ¿Cuál es el apuro, me pregunto yo?

La otra novedad que no debo dejar de constatar es que finalmente nos divorciamos con el latero de Francisco. Con el horrendo de mi primer marido anulamos el matrimonio, pero ahora toda la ley cambió y soy legalmente divorciada. Tuve que ir a esos horrendos y últimos juzgados, pero el trámite fue corto, como no hay hijos ni dinero de por medio, según me dijo el abogado. La promotora pobretona también fue, y me miró como si yo le fuera a quitar a su gallina de los huevos de oro. Igual la entiendo, si parecía morsa con esa media guata, de seguro subió como 30 kilos con el embarazo. No recuerdo si fue el jueves o el viernes que me llamó la Alison para contarme que había nacido la supuesta hija de Francisco, porque fue mujer. Muéstrame el adn primero y luego lo felicito, le dije a la Alison, que casi se pone a llorar y me retó por lo bruja y casi me da un discurso que los niños son milagros de la vida y la dejé nomás que me dijera tanta tontera, si mal que mal son las hormonas que hablan por ella.

También quiero dejar registro de mi cumpleaños, el 20 de abril. Se me armó un enredo gigante, porque tanto Javier como Juan Antonio me lo querían celebrar. Y obvio que no podía juntar mis dos amantes en un solo lugar, sobre todo si ellos se creen el amor de mi vida.

Pero ya habrá tiempo para escribir sobre esos dos, que harto lateros que se ponen también. Sobre todo Javier, que para mi cumpleaños se le ocurrió la estúpida idea de regalarme un anillo de compromiso.

lunes, 4 de abril de 2011

Horny.

- Yapoh, ¿y te acostaste con Juan Antonio?
- ¡Estás loca! Si nos juntamos en el hostel, no en su casa.
- ¿Pero fuiste a conocer su instituto?
- Todavía no he ido, me da lata. Además que prefiero tenerlo de lejos.
- Pero cuéntame, qué te dijo, con qué cara te miró, si te dio un beso cuneteao, un agarrón…
- Nada de nada. Llegó al hostel, le mostré los avances, mi pequeño loft/oficina, me dio algunas ideas, y se fue.
- Pero supongo que te llama todos los días. Si ese anda puro buscando acostarse contigo.
- Toda la razón, Alison: me llama para darme los buenos días, me manda una foto con su almuerzo, cosas así. Quiere que vaya este sábado a su casa, para que conversemos.
- ¿Y vas a ir?
- Por eso quise juntarme contigo, porque necesito aclarar mi mente.
- ¡Chuta que estás misteriosa! Supongo que es de tipo sexual, sino ya habrías llamado a la Lena, que jura que Juan Antonio es hombre leal y que no se le para.
- ¡Alison! Sabes que me carga que hables así, que feo.
- Pero si es verdad. La Lena tiene una vida que gira en su marido y sus hijos, por eso opina tanta tontera junta.
- No hables así de ella, ha sido mi mejor amiga desde el colegio.
- Se lo dije en la cara el otro día que hablamos, porque dale con que Javier te ama y que tenías que perdonarlo por la mapuchita. Si hasta te quería llamar para convencerte.
- Mi decisión está tomada hace tiempo. Y de Javier se trata lo que te quiero contar. Estoy confundida.
- ¿Te enamoraste de él de un día a otro?
- Mira, me da bastante vergüenza decírtelo, por mi educación católica…
- Y dale con que las gallinas mean. ¡Si los curas lo pasan mejor que una! En todo caso, ya adiviné: te acostaste con él después que te fuiste del loft.
- Que atroz Alison, y varias veces. Te juro que no sé qué me pasa.
- Andai caliente nomás. Eso es todo.
- Es que yo no soy así. Todo partió porque la mapuchita me dijo que Javier pensaba que yo era fome en la cama. Y la última noche que pasamos juntos, le hice un montón de cochinadas.
- ¿Cómo cochinadas?
- Cosas que mujeres de bien como nosotras no hacemos.
- No me incluyas a mí, porque si a mi Jimmy no le hago de todo, capacito que se me vaya con alguna yegua por ahí. Si cuando anduve con Gabriel tuve que hacer un esfuerzo, ni te digo.
- Lo que pasó es que quedé… como lo digo para que no suene feo…
- Caliente pues mujer, eso.
- ¡Es que suena tan vulgar!
- Entonces quedaste horny después de esa noche de pasión.
- Claro, eso. La primera noche que pasé en el apart hotel sola no pude dormir. Estuve a punto de llamar a Javier para irme a su loft.
- Entiendo ese tipo de calentura, me pasaba con Gabriel al principio, y atacaba al pobrecito de mi Jimmy, que no entendía nada.
- Es que te juro Alison que me desconozco. El domingo partí para allá, con la excusa que se me había quedado un espejo, mira la tontera, y apenas me acerqué a Javier sentí un calor y quizás con qué cara lo miré, que me sacó la ropa en un segundo.
- ¿Y le hiciste las mismas cochinadas, como dices tú?
- Las mismas, y te juro que casi voy a confesarme.
- A ver, déjame entenderte. ¿Tú crees que el sexo es malo, es pecado?
- Obvio que no, Alison.
- Entonces no entiendo el porqué te sientes tan mal por pasarlo bien con Javier.
- Porque no estamos casados, porque vivo sola y no tenemos una relación de amor, sino sólo sexual. Y todo eso va en contra de lo que me enseñaron toda la vida, por eso.
- Ya estás harto viejita para hacer tu vida según tus reglas. Y hasta el momento no veo el problema.
- Ahora te lo cuento. Es que me da vergüenza.
- Desembucha tranquila, que no soy la Lena que cree en los cuentos de princesas.
- Es que cuando vi a Juan Antonio, sentí su olor, le miré sus manos grandes…
- ¿Te acordaste cuando se acostaban?
- No, me puse… esa palabra que tú dijiste.
- ¿Horny?
- Sí.
- ¿Y te fuiste a acostar con Javier para sacarte las ganas?
- Sí, Alison.
- Pero cuéntame cuál es el problema, no entiendo todavía.
- Te dije que me da vergüenza.
- Pucha que saliste cartucha, más que lo que yo creía.
- Lo que me pasa es que me gustan los dos por igual, creo. Y si voy el sábado donde Juan Antonio, de seguro haremos el amor, y si el domingo veo a Javier, también lo haré con él.
- Para que te vayas acostumbrando: no estás haciendo el amor con ninguno, te estás acostando. Y déjame decirte que te envidio, ojalá yo viviera sola y me calentaran dos mijitos ricos a la vez.
- Pucha Alison, de verdad necesito tu ayuda, pero en serio.
- ¡Estoy hablando en serio!
- ¿Tú encuentras que es normal acostarse con dos hombres distintos?
- ¿Acaso no lo hiciste cuando estabas casada y tenías una relación con Juan Antonio?
- No. Es decir, un poco. Igual buscaba excusas.
- Por eso te dejaron por otras. Pobre Francisco, la promotora esa le mostró un poco de pierna y se volvió loco.
- No me hables de ese, por favor.
- No lo haré, pero igual tendrás que verlo para el divorcio.
- Concéntrate Alison, necesito tu ayuda: ¿voy o no a ver a Juan Antonio?
- Anda bien depilada, cómprate ropa interior sexy y dale con ganas.
- ¿Y qué hago con Javier? Es que tengo que escoger a uno, y eso es lo difícil.
- Puchas que eres complicada. En un tiempo más serás divorciada, que es casi lo mismo que soltera. Vives sola, estás comenzando un negocio (que de seguro será exitoso), no tienes hijos y a nadie a quien rendirle cuentas. Mi único consejo: usa condón, porque Javier capacito que se esté acostando con la arrastrada de la mapuchita, y por Juan Antonio no meto las manos al fuego.