lunes, 26 de julio de 2010

Conversando con el marido.

- ¿Idea mía o llegaste distinta del Sur?
- Idea tuya, obvio.
- No sabría como decirlo, pero hasta tu mirada está diferente.
- Córtala Francisco, ya te conté que el viaje fue un fiasco: los diseñadores emergentes una lata, la Alison odia la lluvia, hizo mucho frío... ¿Y tú, que hiciste estos días?
- Nada.
- ¿Cómo nada?
- Nada interesante, me refiero.
- ¿No subiste a esquiar?
- No, me dio lata encontrarme con los mismos de siempre.
- Pero saliste a comer a alguna parte, te juntaste con James, ¿o estuviste todos estos días encerrado acá?
- Más o menos eso.
- Que estás misterioso Francisco. Si no supiera lo arrepentido que estás de tu desliz de la otra vez con la rota esa teñida, juraría que tienes otra.
- Quedamos en que no me lo sacarías en cara nunca.
- No te lo he sacado en cara, es que me extraña tu actitud.
- ¿Mi actitud? ¿Y qué hay de la tuya?
- No te entiendo, yo estoy igual que siempre.
- Fíjate que no. Tienes otra mirada, estás radiante.
- Un fin de semana lejos de esta ciudad hace milagros, Francisco. El alejarme de la tienda, de los tacos, de las mujeres esas horrorosas que van a la tienda y no compran nada...
- Me dan ganas de escaparme también de esta ciudad, para así llegar como tú.
- Hazlo, Francisco, te hará muy bien.
- ¿No irías conmigo?
- ¿Dónde?
- Estaba pensando en las Termas de Chillán, ¿te tinca?
- No, que lata. Tengo muchas cosas que hacer después de este viaje en la tienda.
- ¿No te molesta que vaya solo a descansar a las Termas de Chillán?
- Para nada, creo que te lo mereces por ser un tan buen marido.
- ¿No te aburrirás solita?
- No, ya te dije que tengo mucho trabajo en la tienda. Anda tranquilo.

lunes, 19 de julio de 2010

En el sur.

Tampoco tenía muchas ganas, pero la Alison me convenció: ¡será como volver a ser solteras!


El plan funcionó a la perfección porque Francisco con James estaba felices de estar sin nosotras tantos días. En el fondo daba lo mismo la excusa, aunque la Alison les contaba -como si de verdad la idea le entusiasmara- que estaba loca por ir a esa feria de diseño independiente en Valdivia, que ella nos haría la competencia con ropa de diseñadores nacionales y que yo era la única entendida en la matería, que debía acompañarla.


Así fue como el jueves en la mañana partimos. Dudé hasta el último momento en subirme al avión, porque recordaba la maldita cena y más rabia me daba con Javier.


- No seas tonta, si es obvio que Javier está loco por ti.

- Pero casi se comió con la vista a la pobretona esa que anda con Francisco. Que es mi marido, a todo esto.

- No lo puedes culpar que la mirara, si la tipa estornudaba y se le salía un pezón.

- Que atroz, Francisco sigue con pésimo gusto. Antes la rota esa teñida, y ahora esta aspirante a modelo, que ni para promotora le alcanza.

- Me alegra que no te importe que Francisco ande con ella. Si son calenturas, jamás nos van a dejar. Menos tu marido, que es tan formal para sus cosas.

- ¿No tienes miedo que James te deje por una de esas rotas?

- Es una posibilidad, por eso mismo firmé un acuerdo prenupcial.

- Sea como sea, si Javier anda con la mapuchita esa, me devuelvo de inmediato.

- ¿Y que te importa la Marlene? Debería darte pena, la vieras como anda detrás de Javier. Y de seguro va a estar, si es un festival de jazz.

- ¿Y cómo es el ambiente?

- Fíjate que me da lo mismo, yo voy sólo a ver a Gabriel y luego a la cama con él. El resto, me tiene sin cuidado.



En Valdivia me separé de la Alison; ella se fue a un hotel de mala muerte con los músicos y yo a una hostería preciosa, pequeñita, atendida por unos suizos. Me dediqué a recorrer la ciudad ese día, mientras la Alison me mandaba mensajes de texto, que fuera a ver cómo ensayaban, que Javier le preguntaba a cada rato por mí, que no fuera tonta. Después más mensajes para decirme dónde iban a tocar y a que hora.



En la noche me decidí: a primera hora del viernes me volvería a Santiago. O mejor que eso: llamaría a Juan Antonio para irme con él hasta el domingo a algún lugar, la nieve no porque de seguro me encontraría con todos mis conocidos. En fin, me arreglé y me fui al casino, para no pensar tanto y sentirme más en mi ambiente.

Llovía muy fuerte cuando tomé el taxi para irme de vuelta a la hostería; eran ya las dos de la mañana y había perdido harta plata, por lo que mi humor no era muy bueno. Puse el despertador del teléfono a las 7 de la mañana, para irme temprano al aeropuerto, llamar a Juan Antonio y olvidarme de toda esta tontera.

Y para colmo de males, nadie me habría en la hostería. Primero golpeé suavemente, mientras la lluvia comenzaba a mojar mis botas finísimas. No encontré el timbre, entonces -muerta de verguenza- grité ¡alo!

Javier me abrió la puerta, con cara de sueño: ¿Adonde te metiste? Te estoy esperando desde las 11 de la noche.

lunes, 12 de julio de 2010

Cena sorpresa.

El miércoles pasado estaba con ganas de meterme al jacuzzi por unas cuantas horas, con una rica copa de vino y la música que escucho para relajarme. Juan Antonio me tenía aburrida de tanto mensaje, y de Javier ni luces. Francisco lleno de trabajo y reuniones, y hasta tenía otro viaje luego.


Pero cuando al entré al departamento y ví a la nany con el delantal para las visitas y yo sin saber nada, me pareció extrañísimo. Entré al dormitorio y vi a Francisco canturreando, vestido sport, perfumándose. ¿Se te olvidó avisarme que tenemos invitados? No te quería molestar, por eso lo organicé todo solito, me respondió con un beso en la mejilla, entregándome un lindo paquete con las iniciales de mi tienda favorita: Te compré ropa para que te veas espléndida.


Francisco me conoce. Sabe que si me regala ropa se me pasa el enojo. Me di una ducha rápida, me puse el vestido maravilloso y mientras me ponía unos aros discretos le pregunté quien venía a cenar. James, Alison y nuestros queridos músicos con sus novias. Somos ocho. Pero no te preocupes, tengo todo listo.

Me quedé sin habla durante un minuto. ¿La mapuchita en mi casa? ¿Y a la Alison no le importa que Gabriel venga con su pareja? No podía ser. Llamé a la Alison, pero de alguna manera me dijo que estaba con James y que no podía hablar.

Le pedí un vodka tónica a la nany y me lo tomé en el dormitorio. No podía soportar la idea que la mapuchita entrara con Javier de la mano, riéndose y comiendo en mi casa. Ya me las vería con Francisco. Prendí la televisión y me entretuve un rato haciendo zaping.

- Oye, ¿qué haces aquí sola? Te mueres lo estupendo que se ve Javier, claro que Gabriel es mucho más rico.
- ¿No te importa que haya venido con su pareja?
- ¿Con su pareja?
- Eso me dijo Francisco, que Gabriel y Javier venían a comer con sus novias.
- Amiga mía, eres harto despistada.
- No te entiendo, Alison. Habla claro.
- Respóndeme primero: ¿Francisco te hizo hartos regalos luego que volvió de su viaje?
- Sí, pero todavía no te entiendo.
- Y te apuesto que te ha hecho más regalos que lo habitual y que ya tiene agendado un nuevo viaje.
- Claro, con James.
- ¡Están haciendo lo mismo que nosotras! James es el chivo expiatorio de Francisco, y viceversa.
- Puede ser, pero qué tiene que ver con Gabriel y Javier. Te juro Alison que no entiendo nada.
- Es bien ridículo la verdad, pero es una tontera que se le ocurrió a Francisco, de puro caliente. ¿Es caliente contigo también?
- Alison, sabes que me carga que hables así. Y de qué tontera me hablas.
- Francisco, que se jura amigo de Javier, le pidió un favor: que haga pasar a su amante por su pareja, y así él puede salir tranquilo con ella. Y con la amante de James, lo mismo.
- ¿Qué me estás diciendo?
- Eso. Que la supuesta "pareja" de Gabriel es la amante de James y...
- ¡Francisco trajo a su amante a mi casa! ¿Eso me estás diciendo? ¿Y que Javier se prestó para el juegito? Voy de inmediato a parar esta farsa.
- ¿Estás loca? Es lo mejor que nos pudo pasar.
- ¿Lo mejor? ¿No te importa que James ande con otra?
- No me importa mucho, porque me parece que me estoy enamorando de Gabriel. He pensado hasta en dejarlo, mira que estoy tonta.
- Bueno, a mi si me importa, y harto. Sobre todo que Gabriel se prestó para la tontera.
- Quizás quiere verte.
- Cosa que vaya a la tienda y me encuentra. ¿Y quién es la rota que anda con mi marido?
- Una promotora, parece que estuvo en la inauguración de la tienda.
- Ya sé cuál es. Ya verás como la expulso de mi casa.
- Pero pucha, no lo hagas. Piensa un poco: si James y Francisco anda empotados con un par de cabritas que no tienen plata, mejor para nosotras.
- Mejor para ti será, porque yo estoy sola.
- Es que tu problema es que no entiendes a los hombres. Si Gabriel de pronto se acuesta con la Marlene, es porque ella se ofrece.
- No me hables de la mapuchita esa.
- Deberías darle una oportunidad a Gabriel, aprovecharte de Francisco y después haces como que lo pillaste y le pides que te cambie el auto, o que te pague un viaje y nos vamos unas semanas gracias al cargo de conciencia de nuestros maridos.

lunes, 5 de julio de 2010

La mapuchita.

Si fuera por mí no vería más a Javier, pero como la Alison me nombró su "chivo expiatorio oficial" (porque la Lena no es tan amiga mía como tú, me dijo), he tenido que ir a verlo a algunos lugares donde toca con Gabriel López y, por desgracia, me he encontrado con la mapuchita y su mirada asesina.


A la mapuchita la conocí aquel día del almuerzo. Le había pedido un café a Javier, porque la tarde ya estaba bien helada. Estábamos en eso en la cocina, cuando suena el timbre. Le pregunto a Javier si espera a alguien, me hace que no con la cabeza y pone cara de molestia cuando escucha quien es por el citófono. No me retes porque vine sin avisar como acordamos, pero justo iba pasando por la pastelería árabe y te traje baklawa, dijo apenas entró al loft. Después, cuando me vio, le preguntó: ¿y ella quién es?

Noté incómodo a Javier. Primero, no nos presentó. Se quedó de pie, sin saber que hacer. Segundo, cuando la mapuchita le dijo: si quieres me voy y no le contestó, agarré mi cartera y le dije, mirándola hacia abajo porque no debe medir más del metro sesenta: no te preocupes, la que se va soy yo.

En vano llamé a la Alison para retarla, como tan pajarona y no averiguar antes que Javier está comprometido. Después de dejarle el mensaje, me llama Javier.

- ¿Por qué te fuiste? Devuélvete, tengo casi listo el café.

- ¿De dónde sacaste mi número? Y ya estoy lejos. Y tú estás con visita.

- Olvídate de la Marlene, ya la despaché.

- ¿Marlene se llama? ¿Y es tu pareja o algo así?

- Nada de nada.

- No te creo, mi intuición femenina me dice que es algo más tuyo.

- Mira, es una historia más o menos larga, pero te la cuento acá, con el café.

- Para otra vez será. Ya estoy lejos, manejo bastante rápido.

Me moría de ganas de volver, pero plato de segunda mesa jamás he sido ni seré. La Alison me contó - después de escuchar mi reto y yo su tarde erótica-, que es una cantante de jazz que se queda con las mijagas que le da Javier, según la opinión de Gabriel. Una amiga con ventaja, resumió la Alison.

Borré a Javier de mi mente y me concentré en trabajar, en recibir los regalos que Francisco me trajo (se pasó para generoso esta vez), en borrar los mensajes de Juan Antonio (que insiste en que nos veamos en un lugar los dos solos) y ayudar a la Alison para que vea a Gabriel a escondidas.

Javier me mandó unas rosas bastante pobretonas a modo de disculpas, pero se las regalé a la niña que es jefa de local. Después me invitó de nuevo a almorzar a su casa, y no le respondí el mensaje.

Que se quede con la mapuchita, él se lo pierde.