lunes, 28 de junio de 2010

En la terraza.

- ¿Y en que parte de Italia viviste?
- En Génova. ¿Por qué, has estado allá?
- De paseo solamente.
- Entiendo, prefieres Milán.
- ¿Y es malo eso?
- No, para nada. Pero por tu trabajo y tu pinta es fácil deducirlo.
- ¿Tiene algo de malo mi pinta, como dices tú?
- No te pongas a la defensiva, mujer. Es una observación solamente. Aunque supongo que para ti mi pinta sí es pésima, ¿o me equivoco?
- Te vistes como músico, supongo.
- Buena respuesta. Y tú te vistes como dueña de tienda de ropa.
- Gracias, es la idea.
- ¿Y desde hace cuanto tiempo te dedicas a la moda?
- Siempre me ha gustado, pero trabajo en la tienda hace poco tiempo.
- ¿Y antes donde trabajabas?
- No trabajaba.
- ¿Y no te aburrías?
- No fíjate.
- ¿Y qué hacías en el día?
- No entiendo porqué tanta pregunta. ¿Qué tiene de extraño?
- Me cuesta entender qué puede hacer una mujer en todo el día, es distinto si estuvieras criando.
- Hartas cosas fíjate. Y tú, ¿siempre has trabajado?
- Desde que me fui de mi casa, a los 19 años.
- ¿Y por qué te fuiste de tu casa? Me muero, qué terrible.
- No me dejaban ser músico, por eso.
- ¿Y dónde te fuiste?
- A Génova.
- Pero que valiente. ¿Y qué hiciste por allá?
- ¡Uf! Miles de cosas.
- A ver, déjame entender un poco. En tu casa no te dejaron estudiar música, entonces a los 19 años te fuiste a Génova (supongo que con permiso de tus papás porque eras menor de edad) y allá trabajaste en muchas cosas y ahora eres músico. ¿Qué clase de padres tenías que te dejaron a la deriva?
- Papás preocupados del que dirán y un hijo rebelde y soñador, aunque mi mamá me enviaba plata que yo ahorraba. Además que eso es parte del pasado y ahora nos llevamos rebien.
- Tu vida sí que es interesante. ¿Y dónde estudiaste música?
- En Luxemburgo.
- Viviste bastante tiempo en Europa.
- Lo suficiente como para querer volver a Chile.
- Chuta, y yo cada vez que voy me dan ganas de quedarme a vivir.
- Hemos hablado mucho de mí, hasta me siento incómodo. Cuéntame mejor de ti: ¿qué hace una mujer felizmente casada en la casa de un músico de mala muerte?

lunes, 21 de junio de 2010

Los huevitos quieren sal.

Finalmente no hubo cena en la casa de la Alison, como ellos son músicos y más bien pájaros nocturnos, fuimos a la casa de Javier Lecaros a almorzar. Viste, si estos huevitos quieren sal, me dijo la Alison feliz de la vida cuando me contó el cambio de planes.


Mi primer problema fue el qué ponerme. Me pregunté una y mil veces, mientras miraba mi vestidor, cómo le gustan las mujeres a los músicos. Descartado el vestirme mal; soy dueña de una tienda de ropa exclusiva y eso es parte de mi vida. Finalmente opté por jeans, unas botas altas de charol burdeos (preciosas!), un beatle negro muy ajustado y un parka que me trajo Francisco de Milán. Es de hace como dos temporadas, pero está muy in.


El segundo problema es que la casa de Javier queda lejísimos. Según la Alison es el centro histórico de la ciudad, pero yo sólo veía casas viejas en el camino. Se me hizo más largo porque nos fuimos cada una en su auto; la Alison tenía planes para irse con Gabriel López hasta Reñaca si fuera necesario.


Javier no vive en una casa propiamente tal: vive en un loft. Según me explicó, la casa pertenecía a una familia de mucho dinero, lo que se nota porque me mostró los detalles de la construcción, de inspiración francesa. Estuvo unos años botada, la compraron e hicieron dos lofts: el del primer piso (creo que vive una pareja de alemanes que tienen como un negocio de bicicletas o algo así) y el segundo, que ocupa Javier. Tiene hasta una linda terraza con muchas plantas, porque Javier ama las plantas. Son como mis hijos, me dijo cuando me las mostró.

Llevé una botella de buen vino al almuerzo, porque nunca se sabe que vino a una le servirán. La Alison, como decía una empleada que tenía mi abuelo en el campo, andaba "vendiendo salud": se puso un vestido mini, con medias negras y botas. ¿No tienes frio?, le pregunté cuando la vi. Quiero que puro me saque la ropa el Gabriel, me respondió muerta de la risa. Se veía regia, no puedo negarlo.

Me sorprendió lo lindo del loft, lo ordenado y pulcro que se veía. Nos recibió Gabriel, porque Javier estaba en la cocina. Lindo él, preparó un risotto maravillo de rico. Es que viví unos años en Italia y así no me morí de hambre, nos dijo. La mesa estaba puesta en la forma correcta, tenían un vino rico, postre y café italiano.

Gabriel no disimuló su deseo por la Alison, y ella tampoco; coquetearon todo el almuerzo (parecían adolescentes) y se fueron con la excusa de ir a comprar agua tónica para que yo tomara vodka.

- Que excusa más mala, ¿más café?
- No, gracias. Muy fuerte para mí.
- Y así nos quedamos solos, porque esos dos no vuelven.
- Así parece.
- ¿Te gustan las plantas? Tengo un jardín realmente hermoso en la terraza.
- Bueno, vamos a ver tus plantas.

lunes, 14 de junio de 2010

Almorzando.

- Pero Lena, reconoce que fuiste desubicada al invitar a Juan Antonio.
- Mira Alison, conozco a mi amiga hace muchísimos años más que tú, por eso lo hice.
- Bueno Lena, si crees ser tan buena amiga, deberías ayudar. Invitar a Juan Antonio no fue buena idea, ¿No es cierto?


Me quedaron mirando las dos. Me sentí como niña chica que tiene que escoger entre dos amigas. Traté de ser lo más imparcial posible:


- Es verdad que no fue muy bueno verlo llegar, pero al mismo tiempo, fue como una prueba.
- ¿Una prueba? ¿De qué estás hablando si igual te fuiste con él?
- Si pues Alison, una prueba. No lo veía desde su matrimonio, más de seis meses. Y la comida fue 100% amistosa.
- No te creo.
- En serio Lena, sólo conversamos.
- Según lo que tú me has contado, Juan Antonio es bastante caliente, por lo que no te creo.
- Alison, sabes que me carga que hables así.
- Bueno, pero de seguro o te dio un beso o te agarró algo. No lo niegues.


Claro que quería negarlo. Si era cosa de cerrar un poco los ojos y sentir sus labios, su olor, sus manos...


- Ya pues, responde - Me insistió la Alison- ¿O acaso estás recordando?
- Fue una cena entre amigos. Lo juro.


Claro, porque mientras me besaba y tocaba sonó su teléfono. Al contestarlo se alejó de mi, lo que me molestó bastante y me subí al jeep. Tengo que irme, me dijo sin mirarme a los ojos, pero me gustaría volver a verte, en otro lugar más tranquilo.


- A mi me encanta Juan Antonio: es buenmozo, tiene buen físico, es educado...
- Te falta lo fresco que es, Lena.
- ¿Encuentras que es fresco?
- ¡La preguntita! Obvio que sí. Si ya se casó, ¿que más quiere?
- Pero Alison, lo que pasa es que es enamoradizo.
- Caliente y fresco, Lena.


Las miro discutir con desgano. Los besos de la cena fueron un desliz, porque después le dije que me dejara tranquila, que se fuera a su casa con la china fea. Hasta tuve que ponerle los seguros al jeep, porque no me dejaba ir. Veo a la Lena ponerse de pie y despedirse, tengo que ir a buscar a los niños al colegio, nos dice a modo de despedida. La Alison vuelve al ataque:

- Supongo que vas a olvidar todo lo que te dijo la Lena de Juan Antonio. Es un fresco, y punto.
- Si sé que es un fresco, no tienes para que repetiro.
- Que bueno que se fue la Lena, porque tengo todo listo con nuestros músicos.
- ¿Cómo que todo listo?
- Como nuestros mariditos se van de viaje,preparé una cena en mi casa.
- ¿En tu casa? ¿Estás loca?
- Mira, si quieres que te pillen, haz todo escondida. Una cena inocente en mi casa no tiene nada de malo.
- ¿Tú encuentras? ¿Y por qué mejor no vamos a un restaurante, o a la casa de uno de ellos?
- Espero irme a la casa de Gabriel, pero solita con él.
- Supongo que invitaste a más gente, sino pensarán que somos unas come hombres o mujeres casadas y aburridas.
- A ellos les dije que invité a más gente, pero es mentira. Estaremos solitos los cuatro.
- Por lo menos conocer a Javier Lecaros me ayudará a olvidar a Juan Antonio.
- De todas maneras, amiga mía.

lunes, 7 de junio de 2010

La Inauguración, segunda parte.

Mientras miraba como Francisco hablaba con Javier Lecaros cual fan quinceañero, me dediqué a observarlo: quijada marcada, ojos vivaces, pelo corto, manos grandes, nariz aguileña (ni grande ni pequeña), vellos en sus brazos... bastante varonil me pareció. Mucho mejor que el deslavado de Juan Antonio y que Francisco.

Me quedé sola en la puerta, mientras mi marido con Javier Lecaros se acercaron al bar. Divisé a la Alison toda coqueta con su músico, y la Lena comiendo. Bueno, pensé, mal que mal soy la anfitriona y debo estar con todos y en todas partes.

Me disponía a acercarme a algunas ex compañeras de universidad - las invité sólo para que me envidien con ganas- cuando siento que me llaman: era Juan Antonio Soriano Camino, solo.

- ¿Se puede saber quién te invitó?
- Tú. - Me mostró la invitación.- La traje conmigo porque no sabía si me harías la desconocida. A veces eres tan bipolar.
- No estás en la lista de invitados que le entregué a la productora. Pero ya que estás aquí, pasa y aprovecha de comprarle algo a tu mujer.
- Nanako usa otro tipo de ropa.
- ¿Y por qué no viniste con ella?
- Porque quería verte, saber como estás.
- Estoy muy bien, gracias.
- Se te nota. Lena me contó que volviste con tu marido y que eres dueña de esta tienda. Tenía que verlo con mis propios ojos.
- Entonces fue ella quien te invitó.
- Se lo agradeceré personalmente, porque te he extrañado bastante. Ni siquiera contestas mis mensajes.
- ¡Obvio que no! Nuestras vidas tomaron rumbos distintos, Juan Antonio. Tú te casaste y yo volví con Francisco.
- Que estés casada nunca fue un impedimento para nosotros.
- A ver, Juan Antonio, ¿estás pasando por algún problema matrimonial con la china?
- No, mi matrimonio está de lo más bien. Y es japonesa, no china.
- Da lo mismo. En fin, escúchame bien: mi vida es totalmente diferente ahora. Trabajo y me dedico 100% a mi marido.
- Me alegro por ti, de verdad.
- Y ahora te tengo que dejar, porque - como anfitriona- debo estar con todos y vigilar que todo ande bien.

Me alejé un poco nerviosa, debo reconocerlo. Me dirigí donde la Lena, para retarla por la desubicación. ¿Cómo se le ocurre invitar a Juan Antonio sabiendo de mis esfuerzos para olvidarlo?

No pude acercarme a ella porque me detuvo Francisco, quien venía con los dos músicos, la Alison y James. Nos vamos para la casa, llamé a la nany y nos va a esperar con picoteo, me dijo mi maridito. Miré a la Alison con cara de pregunta, ella se encogió de hombros y partieron.

Me dio harta rabia, la verdad. Tenía que quedarme sola a cargo de todo, despachar a los invitados, poco menos que ponerle candado a la tienda para luego irme a mi casa, mientras ellos se divierten sin mí.

- ¿Tu marido se fue y te dejó sola? - Diciéndome esto, Juan Antonio me pasó un vodka tónica.- Brindemos por la libertad mejor.
- Buena idea.
- ¿Te gustaría ir a comer después de esta exitosa inauguración?

Lo miré fijamente. Una comida inocente, sólo para ponernos al día... no tenía nada que perder.