lunes, 4 de junio de 2012

Dualidad.


Cuando faltaba menos de un mes para la inauguración del hostel, recibo una llamada de mi papá para que vayamos almorzar al club. Supuse que tenía ganas de conversar de los últimos detalles, o darme algún consejo tipo “empresarial”.

Recuerdo la frase que me dijo, después del brindis con pisco sour:

-          ¿Estás muy encariñada con el hostel o lo venderías por unos buenos pesos?

-          Depende lo que llames buenos pesos, papá.

-          Me gusta tu respuesta. Para tener dinero no hay que encariñarse con las cosas materiales: si sale una buena oportunidad, hay que tomarla.

-          No se trata tampoco que el hostel me dé lo mismo. Mal que mal, me he dedicado en cuerpo y alma a sacarlo adelante. Quedó hermoso papá, te mueres las fotos que clasifiqué para la página web.

-          Tu mamá me ha hablado maravillas. Y si a ella le gustó, significa que valió cada peso.

-          Fíjate que me ha ido a visitar varias veces; incluso ha llevado gente con ella.

-          De eso te quería hablar, hija.

-          ¿De las visitas de la mamá y que cada vez que va me pregunta que cuándo tendré una familia como “corresponde”?

-          Ella se preocupa por ti, eso es todo. No puedes negar que somos una familia tradicional, súmale que tu hermano tiene cuatro hijos y una mujer maravillosa.

-          Papá, si quisiste almorzar conmigo para darme la lata del matrimonio y los hijos, te digo de inmediato que hasta aquí nomás llegamos.

-          Nos fuimos del tema. Te quiero hablar de otra cosa, de varias.

-          Te escucho. Pero no toda la tarde, mira que tengo un montón de trabajo con la inauguración.

-          Hija, ¿Qué me dirías si te cuento que hay gente interesada en comprar tu hostel, y que con ese dinero podrás cumplir tu sueño?

-          Pero papá, si vendo el hostel la plata sería tuya. Yo no puse ningún peso. ¿Y de qué sueño me estás hablando?

-          De tu sueño de ser millonaria y de no depender de nadie.

-          Seguro que lo contó la Alison o la Lena. Y yo que confiaba en ellas. ¿Cuál de las dos fue?

-          Ninguna me lo dijo. Y es otra cosa que te quiero contar, pero necesito lo siguiente: que me guardes un secreto, y que tengas apertura de mente.

-          ¡Tanto misterio, papá! Y si tienes una amante u otra familia, no me interesa saber de tu vida privada.

-          Hija, durante todos estos años, cada vez que necesito tomar una decisión importante de negocios, consulto a un oráculo.

-          ¿Oráculo?

-          Sí hija. Voy donde una tarotista muy sabia a pedirle consejo.

-          Papá, por favor dime que estás hablando en broma. Si toda la vida me enseñaron que el tarot está en contra de nuestras creencias religiosas, que poco menos es demoniaco.

-          Como sé que no tendrás hijos (o que no es tu deseo) no puedes comprender lo que es la crianza. Es verdad que con tu madre te enseñamos ciertas directrices acordes a nuestra vida católica, porque nuestra finalidad como padres fue tener  hijos formados con valores cristianos, pero no todo en la vida es tan absoluto, y tú lo sabes. Por algo tienes dos matrimonios. Y una convivencia.

-          Gracias a esos dos matrimonios tengo dos propiedades, y gracias a la “convivencia” –como tú le dices- me dieron ganas de ser independiente, fíjate.

-          No te estoy cuestionando; no soy tu mamá. Aprendí a aceptar el rumbo que le quieres dar a tu vida, aunque debo reconocer que me gustaría mucho que me dieras nietos.

-          Dos cosas papá: o vas al grano o te juro que me voy. Me tinca que la mamá te envió y tú sólo te estás yendo por las ramas.

-          De niña fuiste impetuosa. Bueno, te cuento. Ocurre que una de las visitas que te hizo tu mamá al hostel fue con un grupo de inversionistas amigos, y les gustó tanto que me hicieron una oferta. Una excelente oferta. No me mires con esa cara, mi idea no es lucrar con mi propia hija; el dinero será todo para ti, si es que aceptas. Como te vi tan entusiasmada en el proyecto, fui donde mi amiga la tarotista a consultarle. Y ese es el secreto: tu madre se muere si lo sabe.

-          ¿Y salieron buenas cartas que te veo tan entusiasmado?

-          Excelentes. Y ella me dijo cuál era tu sueño.

-          No te creo. Seguro fue la Lena o la Alison.

-          No deberías dudar de tus mejores amigas, ni de la palabra de tu padre.

-          Tienes razón, papá. Pero no esperes que crea en el tarot ni en esa señora que vas a ver.

Casi me morí cuando vi la cantidad de dinero que podía ganar vendiendo el hostel a esos inversionistas. Resulta que ya habían comprado uno en Valparaíso y otro en San Pedro de Atacama, y tuve la suerte que les encantó la forma en que lo ambienté. Claro que mi papá me puso una condición: que fuera a ver a su tarotista. “Te abrirá la mente; confía en mí”.

Partí donde la señora tres días después del almuerzo, aunque ya había tomado una decisión con el dinero de la venta del hostel: compraría varias propiedades, para poder vivir de las rentas. También tenía ganas de irme de viaje fuera de Chile, para poder comenzar de cero mi nueva vida. O también podía comprarme un gran departamento en Concón y vivir allá, comprar los de cerca y así tener vigilados a mis vecinos/arrendatarios. Claro que pensaba una y otra vez en lo que diría mi mamá sobre el vivir sola, que ya no soy una adolescente para andar haciendo tonteras, que cuando sentaría cabeza.

Me costó llegar a la casa de la señora Mirta. Es que jamás había andado en la Gran Avenida, tuve que llamar a mi papá para que me indicara, si hasta me daba miedo sacar mi teléfono para ubicarme, ni hablar de bajar el vidrio y preguntarle a alguien. A pesar de mis resquemores, su casa era bien monona, como diría mi mamá: tenía un jardín bien frondoso y los muebles en el interior no se veían como de pobre. Me llevó a un dormitorio donde ella “atiende”, como se dice, lleno de figuras de ángeles, budas, incienso y velas.

La señora Mirta me dijo que mi papá ya le había contado que yo no creía en el tarot, pero que me agradecía la apertura de mente y la visita. Me hizo respirar profundo, con los ojos cerrados, revolviendo las cartas. “Esto es pura fe, mi niña”.

Comenzó contándome de mi niñez, el colegio, la universidad, de mi familia. Datos que mi papá perfectamente le podría haber dado. Como me vio cara de aburrida, recogió todas las cartas y  me dijo: ya mi niña, veamos tu futuro mejor.

Me habló de Javier: “él no está enamorado de ti, se enamoró de lo que tú representas. Este hombre quiere una familia, un hogar, está aburrido de la vida que lleva, eso de vivir solo.” Obvio que le pregunté por la mapuchita:” ¿Tú crees que un hombre cómo él se casará con una mujer que se le anda ofreciendo sola? No pues mi niña, él se acuesta con ella, la ocupa casi de junior. Pero para formar familia, quiere otra cosa. Y la va a encontrar fíjate. Incluso te va a invitar a su matrimonio”. También salió Francisco, que estaba feliz con su guagua y que me guardaba mucho rencor, que prendiera unas velitas y rezara para que me perdone. ¡Prender velas para su perdón! Ni loca, él fue quien me engañó con la promotora esa. Me da lo mismo su perdón.

De Juan Antonio me dijo varias cosas: “Alguna vez estuvo muy enamorado de ti, pero cómo te casaste con otro por la plata, él se resintió por eso. Fíjate que se casó medio enamorado de la niña oriental, pero ella era muy celosa, más bien celópata. Ella solita lo echó de su lado. Aunque él se sabe regio y es bien fresco, no te creas que no. Igual se cuida y no se mete con la gente con la que trabaja, parece que es como jefe, así lo veo. Él te quiere mucho, incluso la última vez que estuvieron juntos se ilusionó un poquito, pero tú de nuevo lo desilusionaste. De todas maneras él ya no confía mucho en ti, le molesta que seas tan fijada en la plata.”

Después pasó algo raro. Veía y veía las cartas, cuando de pronto me dice:

-          Mi niña, ¿te puedo hablar a calzón quitado?

-          ¿A qué se refiere exactamente?

-          Mira, lo que veo en el tarot es que vives en una dualidad que tienes que aclarar para poder ser feliz.

-          ¿Una dualidad?

-           A ver, lo que veo en el tarot es que a ti te gusta mucho el sexo, la vida libre, sin ataduras. Pero por tu formación familiar, no lo aceptas, reniegas de eso.

-          Creo que ahora sí que se equivocó.

-          Bueno, si tú lo dices. Pero es lo que veo. Si quieres le pedimos un consejo al tarot.

-          ¿Da consejos?

-          Los mejores. Ves, aquí está claro: tienes que casarte con un hombre un poco mayor, que tenga hijos grandes –para que no te pida - y así poder hacer tu vida tranquila, porque socialmente te aceptarán, y tú podrás hacer y deshacer. Un hombre trabajólico, ocupado, ¿me entiendes?

Encontré tan absurdo eso de la dualidad. No le puse mucha atención, pero debo reconocer que me dio buenos consejos respecto a las inversiones.

Mientras se hacían los trámites de la venta del hostel,  seguí organizando la inauguración y me puse a buscar departamentos para comprar –y uno para vivir. También decidí partir por unas dos semanas a Playa del Carmen, a pensar bien eso de la “dualidad”.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Idea o como que la loquilla cambió su modo de ser???....

Igual bravo por volver a la historia!!!

Un abrazo y felicidades!!!

@le dijo...

Eh eh eh eh... millones... vamos por ustedes!!!
(que bueno que estas de regreso)

Karin dijo...

Echaba de menos a esta loquilla... Igual es entretenida ella.

Besos.