lunes, 25 de junio de 2012

Ahora sí.



Llevo dos meses tratando de conquistar a Felipe Boutin. A pesar que no me gusta nada de nada, creo que es perfecto como marido: es viejo, tiene hijos grandes y plata.

Cuando la Lena me lo presentó en el bautizo de la Audrey, apenas me puso atención. Obvio que me miró de pies a cabeza – lo que me pareció de bastante mal gusto-, pero apenas me preguntó algo. Incluso nos dejó solas a los pocos minutos, murmurando que iba a saludar a alguien.

Obvio que me dio rabia y hasta reté a la Lena, pero me dijo que le diera otra oportunidad. Esperé un rato y me volví a acercar; se me había ocurrido día decirle que ya que él era un inversionista si tenía algún consejo para darme.

-          ¿Y quién te dijo que soy inversionista?

-          -La Lena, mi amiga que nos presentó.

-          Nada que ver. Pero si quieres te puedo dar el dato de un amigo que se preocupa de gente como tú, que le sobra la plata y no sabe qué hacer con ella.

-          No me sobra la plata.

-          Pero por algo quieres invertir.

-          Sí, por algo. Pero no te preocupes, pensé que me podías ayudar.

Me alejé molesta porque lo encontré último de mal educado, brusco y torpe. Me sorprendí porque comenzó a llamarme y se apresuró por llegar a mi lado.

-          Oye, ¿te enojaste?

-          Obvio que sí.

-          Pero como tan alharaca mujer.

-          No puedes negar que fuiste brusco y grosero.

-          ¿Por qué te dije que no sabes hacer con la plata? ¿Acaso me equivoco?

-          Parece que no te enseñaron que hablar de dinero es mala educación.

Después me contó que se sintió culpable de haberme hablado así, y por eso estuvo acompañándome el resto del bautizo, Además que ambos vinimos solos, remató a modo de chiste. En esa tarde me enteré que es dueño de una empresa que hace nosequecosa, que por lo mismo viaja bastante al norte del país, que dos de sus hijos viven fuera de Chile (no recuerdo qué países) y que los otros dos ya tienen su vida hecha, y que en total tiene 6 nietos. Es que me casé joven, me dijo y yo lo miré en silencio.

En el bautizo me pidió mi número, y se demoró ¡una semana en llamarme! Cuando finalmente lo hizo, fue para invitarme a tomar desayuno el domingo temprano. Es que viajo mucho en la semana, y es  único momento libre que tengo.

Y así nos hemos llevado todo este tiempo: me invita a tomar desayuno un domingo temprano, después se va a almorzar con algún hijo, aunque también hemos almorzado un sábado. Cuando conversamos me lo imagino de marido: latero, de seguro tendré que cambiarle todo clóset, escucharle sus conversaciones lateras… espero que todo este esfuerzo y paciencia valga la pena. Tengo todas mis esperanzas puestas en este jueves, porque de tanto sacarle en cara que jamás hacemos nada distinto juntos, me dijo que yo organizara algo y él haría un esfuerzo por tomarse jueves y viernes. Reservé una siute preciosa en uno de esos hoteles boutique, cerca de zona de vinos y  me compré ropa interior finísima.

Ahora sí que lo atrapo.

2 comentarios:

Rocio dijo...

me entretiene demasiado la historia de esta loca, puchas que es hueca jajajajajajajajaaj

extrañaba sus andanzas

Anónimo dijo...

y si se agarra del viejo y se dan vuelta los papeles???