lunes, 16 de noviembre de 2009

La cena.

Johann me llamó el domingo en la tarde para ponernos de acuerdo. Pensé que se iba a demorar un poco más en hacerlo, en esa forma media tonta que tienen los hombres en hacerse los interesantes. Parece que sus ganas de verme eran abrumadoras, porque quería ir el lunes al famoso restaurante francés. Le dije que tenía cosas que hacer, y quedamos para el miércoles. Lo malo es que no quiso que cada uno llegara por su lado; te paso a buscar, soy un caballero, me dijo.

Aproveché para estrenar un vestido negro precioso, un poco insinuante, pero la ocasión lo ameritaba. A las ocho estaba lista, y apenas el conserje me avisó que Johann había llegado, tomé el ascensor y bajé, porque no me parece correcto que entre a mi casa si apenas lo estoy conociendo. Llegó con un hermoso ramo de rosas blancas, cosa que me pareció inapropiada porque no era una cita romántica, aunque se las agradecí con una de mis encantadoras sonrisas y se las entregué al conserje.

Me llevó a un restaurante finísimo al que he ido varias veces, por supuesto. Trató de ordenar en francés, pero no fue capaz. Me sale mejor el alemán, me dijo como broma. Obvio que me tuve que reír.

Se comportó como un caballero, debo reconocerlo: se preocupó que mi copa estuviera siempre llena, si yo me levantaba para ir al baño él me corría la silla, entre otros detalles que me gustan mucho. Como que me empezó a caer mejor.

Me contó que se había separado dos años atrás, que tiene dos niños de 6 y 8 años (parece); que los ve fin de semana por medio y algunos días en la semana (parece); que tiene un campo en el sur, que algún día podríamos ir, aprovechando un fin de semana largo (como si me gustara el campo); que ha estado solo desde que terminó su matrimonio porque no ha encontrado una mujer con todas las cualidades suficientes; que lo que tiene de alemán es lo trabajador, puntual y ordenado; que vive solo en una casa con dormitorios para sus hijos y muchas cosas más que no recuerdo porque mientras me hablaba me puse a recorrer mentalmente mis sandalias, y recordé algunas que las tengo en la bodega y que necesito sacar ahora que comienza el calor.

Cuando me preguntó a que me dedicaba, tuve que pensar un rato. Entonces me acordé de mi madre, siempre regia, pero preocupada de la casa, su marido y sus hijos. Le respondí que me encantaba ser dueña de casa (me acordé de los consejos de la Lena sobre los gustos de los alemanes) pero que tenía pésima suerte en el amor, ya que mis dos ex maridos me habían engañado con mujeres inferiores a mí, cosa que le recalqué, y que en el fondo me daba rabia que mis ganas de tener una familia siempre se encontraba con el escollo de mis males de amores.

Al parecer le gustó lo que le conté, porque en adelante la cena transcurrió de una manera muy agradable. El punto negro de la noche fue al momento de irme a dejar, porque el muy fresco quería entrar a mi departamento. ¿Y para qué? Para que conversemos. Ya conversamos, le dije.

Le di un beso en la mejilla, me bajé de su auto y caminé de forma muy coqueta hasta la entrada del edificio. Así aprenderá que no soy una mujer fácil, sólo regia.

8 comentarios:

celeste dijo...

Dueña de casa??
ganas de tener una familia??
Esta mina ya cruzo toda linea de la cordura, pero de verdad se cree su cuento, capacito que termine casada con este pobre jil, pero en castigo va a sufrir las penas del infierno con los celos que tendra por sus hijos... jajaja.

celeste dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carla dijo...

Tiene un ego por la nubes y cero autocrítica...

Leslie Miranda dijo...

Ahora que se separó si que se cree la raja. No le queda otra, sino se iría a la mierda.

Insisto... dijo...

Me gustó el detalle de las sandalias.Dentro de toda situación jamás hemos fallado en ver detalles superfluos a la hora del aburriento y en la hora del no aburrimento.Es algo adquirido en el ADN.
Sobre la historia del alemán...tienen el curriculum de fomes,ni por mas caballeros.

saludines!!

El autor dijo...

a veces no se si la mina se merece una buena patada en la raja o dejarla que se crea el hoyo del queque y asi seguir divirtiendome a costa de ella.

ojala algun dia, mientras camina con sus nuevas sandalias, pise un mojon fresquito de quiltro a ver como reacciona.

saludos desde el frio norte.

natii dijo...

Hola Claudia entre ayer y hoy leí toda la historia de esta loca. Que manera de reírme.

Te pasaste pa' seca, teni que puro dedicarte a escribir. Eres puro talento.

La mina lesa, ¿habrá gente que le de lo mismo que la gorreen?, sin autocrítica a lo más, piensan en qué dirá la gente, ¿acaso no amó a sus maridos?...en algún momento se les debe caer la teja...o no?

Claudia, harto ánimo y dale no más. Está rewena la historia.

mixtu dijo...

los alemanes le gustan las donas ed casa?
yayayya

excelente... en la 1ª noche las mujeres tienen que hacer como lo haceste...

excelente e buena suerte para lo 2º encuentro, yayay

abrazo serrano y europeo