lunes, 2 de julio de 2012

Decidiendo.


Felipe llegó a mi casa alrededor de las cuatro de la tarde el jueves. Le insistí que tratara de apurarse, porque me carga manejar con lluvia y de noche. Además que mi idea era irnos juntos en un solo automóvil, y cómo yo conozco el lugar, quedamos de irnos en el mío.

Agradecí internamente que mi mamá no estuviera en la casa porque de seguro lo llenaría de preguntas y después me diría: ¡Por favor cómprale ropa a ese pobre hombre! Felipe vestía sus clásicos pantalones de cotelé horrendos, unos bototos de seguridad, y una parka de los años 80, arrugada.

Ya en camino, con sus preguntas desubicadas me comencé a arrepentir de ir con él.

-          ¿Y para qué tienes esta media 4 x 4 si andas sola? Además se las pasan robando.

-          Quería un cambio. Y no estaciono en cualquier lugar, imposible que me la roben.

-          Igual es mucho auto para ti, mujer. ¿Cuánto gastas en bencina?

-          Lo que tenga que gastar nomás. ¿No te enseñaron que hablar de dinero es mala educación?

-           Es que te pondrías comprar un auto más cómodo para andar en Santiago.

-          Este es muy cómodo para mí, muchas gracias por tu preocupación.

-          ¿Y decidiste en qué invertir? Para que no sigas gastando tu plata.

-          La Lena quiere poner un salón de té y quiere que la ayude, pero lo estoy pensando.

-          ¿Un salón de té como alemán?

-          Claro.

-          Me parece excelente idea. Santiago está lleno de viejas siúticas buscando un lugar así. Tendrían que tener kuchenes diet y ese tipo de tonteras.

No hablamos mucho el resto del camino, por último callado recuerdo que tiene plata, es viejo,  tiene hijos grandes, y me quedo tranquila con la decisión. Porque el hotel es harto caro, y lo estoy pagando yo.

Llegamos alrededor de las 8 de la noche al hotel. Precioso, finísimo. Me encantó. Pero apenas nos llevaron a la habitación, Felipe me miró y se me abalanzó encima. Por poco no me viola. Para no parecer frígida ni nada, recordé cuando andaba con Javier y Juan Antonio, y así fue un poco más llevadero. Me pidió disculpas por haber durado tan poco, me prometió que las otras veces serían mejor, que hacía harto tiempo que no estaba con una mujer y varias cosas más. Le dije que no se preocupara, que lo entendía. Me di una ducha larga y bajé a la piscina temperada. Felipe roncaba.

Llamé a la Alison para contarle lo que había pasado: Si no te calienta en la cama estamos mal, amiga. Me metí a la piscina y nadé un buen rato, para no llorar. Pero no pude controlarlo, y me senté en la orilla llena de angustia. Pensaba que la señora del tarot tenía razón, quizás invertir en el salón de té de la Lena, comprarme un loft en un barrio tranquilo y vivir mi vida sin importarme lo que diga el entorno social.

Mientras respiraba hondo para controlarme, escuché una pareja riéndose. Abro los ojos, y veo a Juan Antonio con una mujer, felices jugando en el agua.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Juan Antonio???? NOOOOOO!!! porq tan cortito el capsie???? :) muy buena la historia