lunes, 21 de febrero de 2011

Enero 2011, segunda parte.

- ¿Me equivoqué de habitación?

- -No. Pero el cumpleañero está durmiendo – me dijo en un susurro la mapuchita-. Si quieres me pasas a mí el regalo y yo se lo entrego más tarde.

- ¿Y se puede saber qué haces tú en la habitación de Javier?

- Lo mismo que tú: le vine a entregar su regalo de cumpleaños. ¿Quieres saber lo que era?

- Déjame entrar.

- Te dije que Javier está durmiendo. Quedó tan cansado el pobre.

- Mira mapuchita, no estoy de ánimo para tus estupideces. Ándate a la habitación del pobre tonto que te trajo y déjame entrar.

- Dos cosas, cuica estúpida: mi nombre es Marlene y no me trajo nadie, recuerda que soy cantante.

- Una sola cosa, mapuchita: me da lo mismo tu nombre y que seas cantante o la que lava la ropa. Si no me dejas entrar en este momento, no respondo.

Según Javier, nuestros gritos lo despertaron. Puso una expresión de susto cuando me vio. Se llevó a la mapuchita a un costado, le dijo algo que yo NO escuché, ella se fue con un encogimiento de hombros, y se acercó a darme un abrazo, que por supuesto rechacé. Le tiré el regalo en la cara y bajé a toda prisa los tres pisos.

Me alcanzó en la calle, seguramente se demoró porque se tuvo que poner zapatos.

- ¿Qué te pasó, por qué reaccionas así?

- No te hagas el tonto, Javier.

- Dime de qué me acusas primero, porque la verdad es que no entiendo nada.

- Vengo de Santiago, con todo el trabajo que tengo, hago una reserva para esta noche en el hermoso Cap Ducal, te traigo un regalo que ya lo quisiera para mí, y cuando golpeo la puerta de tu habitación me abre la mapuchita. ¿Qué será lo que me pasa?

- Se llama Marlene, y lo que pasó...

- Le digo mapuchita y punto. Ahora déjame caminar tranquila, porque también vine a trabajar, no eres el centro del universo.

- ¿Me puedes escuchar un poco? Por favor.

- Dime rápido.

- Debo reconocer que la Marlene se me anda insinuando, pero te juro que yo no la tomo en cuenta. Y ahora salimos todos a almorzar para celebrar mi cumpleaños, como siempre lo hacemos, tomé bastante, ella me acompañó a la habitación y yo me quedé dormido, eso es todo.

- ¿Tengo cara de estúpida acaso?

- Es la verdad. Por favor no mal interpretes, además que estoy tan contento que estés acá.

- Necesito estar sola, Javier. De verdad, no me sigas ni vayas al hotel a buscarme. Necesito pensar. Soy capaz de pegarte si haces una de las dos cosas. En serio.

En el hermoso balcón, con una maravillosa vista mar, llamé a Mariano para contarle, llorando de rabia e impotencia. Me escuchó con santa paciencia, analizamos todos los escenarios posibles: me recordó que ella es experta en seducirlo y que él es un espíritu libre; que lo más probable es que ella se aprovechó de su borrachera para meterse en su cama pero de seguro no pasó nada (“Borracho no se para, mi niña”); que por algo me invitó a vivir con él y me llevó a conocer a sus padres; y, finalmente, que vea en mi interior si le creo o no.

Llamé a la Lena, quien se rió apenas me escuchó: Javier está loco por ti, tonta. De seguro la tontorrona esa aprovechó que estaba con copas de más para metérsele en la cama y le arruinaste el plan con tu llegada sorpresa.

Me di un baño de tina muy largo, me tomé un par de vodka tónica y le mandé un mensaje a Javier: “Dame la dirección de dónde tocas esta noche, allá nos veremos”. Me respondió como un adolescente, con sonrisas y corazones.

Aproveché ese impulso que da la rabia para salir a visitar algunos hostels. Pedí un taxi y se me fue la tarde trabajando, lo que me hizo bastante bien porque vi las cosas con otro punto de vista: primero, Javier sólo se acostaba con la mapuchita. No tengo idea si ella es soltera, vive sola, tiene hijos. Pero no tenían una relación propiamente tal. Lo que me llevó a lo segundo, que fue a MÍ a quien él invitó a vivir, no a la tonta fea arrastrada. Entonces me hizo sentido lo que me dijo la Lena, que ella se aprovechó de su borrachera para meterse a su cama.

Me puse un vestido blanco que me marca las curvas, con unas sandalias plateadas maravillosas – de dos temporadas atrás, pero no llegaron a Chile-, pedí un taxi y partí a encontrarme con Javier. Lo mejor fue ver la cara de la mapuchita cuando me vio entrar e instalarme, mientras ella cantaba: abrió unos ojos gigantes, no lo podía creer.

Javier, como todo hombre arrepentido, me llenó de besos, que me veía hermosa, que era su mejor cumpleaños, que le había encantado el abrigo, que me extrañaba tanto. Lo dejé nomás. De reojo vi como la mapuchita mascullaba la rabia.

A la mañana siguiente, mientras Javier dormía profundamente, me puse a revisar mis correos. Mal que mal era viernes y la casa estaba llena de maestros, por lo que le pedí al constructor que me enviara un reporte diario de los avances, porque tenía planeado quedarme hasta el domingo en la mañana con Javier.

Me llamó la atención un correo de un instituto chino, y en el asunto: “Hola, ¿cómo estás?”. Lo abrí.

No, no es un spam. Soy yo, Juan Antonio. Por favor no borres el correo, dame la oportunidad y léelo hasta el final. Te llamará la atención la dirección de correo de dónde te escribo. Te cuento que me independicé, tengo mi propio lugar donde enseño Aikido, desde fines de noviembre. Me ha ido bastante bien hasta el momento. Donde no he sido afortunado es en el matrimonio. Nanako no entiende mi forma de ser como yo pensé. Hemos tenido algunos problemas. Ahora anda en Japón, porque su mamá está enferma, pero también ha sido como una forma de tomarnos un tiempo. Espero que sirva. Lena me contó que estás llena de planes, que quieres tener un hotel, lo que me alegra mucho, de verdad. Bueno, me gustaría mucho verte para ponernos al día en nuestras vidas. Gracias por leer hasta el final. Juan Antonio Soriano Camino.

Me quedé helada y lo tuve que leer tres veces más. ¿Juan Antonio sabe de mí a través de la Lena? Tomé mi celular, salí a la terraza y la llamé.

- ¿Por qué no me has contado que hablas con Juan Antonio de mí?

- Porque me dijiste que no querías saber nada de él.

- Tienes razón. Pero cuéntame, ¿Siempre te pregunta de mi vida, o desde que está mal con la china fea?

- ¿Cómo sabes que está mal con Nanako?

- Me escribió un correo y me contó. Y así fue como me enteré que tú le cuentas de mi vida.

- ¿Supiste que abrió su propio instituto?

- No me digas que fuiste a la inauguración y tampoco me contaste.

- Obvio. Le quedó muy bonito, y fíjate que casi todos los alumnos se fueron con él.

- ¿Y la china fea trabaja con él?

- Claro, si enseñan lo mismo. Ella es buenísima profesora, vieras tú.

- No me interesa, Lena.

- Qué bueno que tengas ganas de hablar de Juan Antonio, porque estoy segura que su fracaso matrimonial tiene que ver contigo. Como él no ha sido capaz de olvidarte, y tú no lo tomas en cuenta, se mete con otras mujeres. O al menos así me lo han contado.

- ¿Le es infiel a la china fea porque todavía no me olvida? Mira la tontera que se te ocurrió, Lena.

- No lo es. Fíjate que cada vez que conversamos, me pregunta por ti, que cómo estás, que estás haciendo, si Javier te trata bien.

- Qué cínico, se pasó.

- ¿Por qué cínico? Está eternamente enamorado de ti.

- Le creo más a la Alison que dice que es un caliente nomás. Y si estuviera enamorado de mi, jamás se hubiera casado con la china.

4 comentarios:

Rocio dijo...

uta las amiguitas que se gasta jajajajajajaja por la miercale la mina toxica, me entretiene demasiado! jajajajaja

Anónimo dijo...

"...con unas sandalias plateadas maravillosas – de dos temporadas atrás, pero no llegaron a Chile"

Morí con esto... es muy superficial esta tipa, Jajaja.

celeste dijo...

Asi no mas son esos mal amores...

El autor dijo...

que tendra esta mina que arrastra a tantos hueones? incluso si fuera realmente "rica" como ella dice ser, da la apariencia que en la de 4 perillas debe ser mas fome que chupar un clavo. o estoy errado?

saludos desde el frio norte