Apenas se fue la mapuchita, abrí mi pc rosado y le escribí un mail de respuesta a Juan Antonio Soriano: Disculpa la demora, pero he estado ocupadísima trabajando. Si hasta se me había olvidado tu correo. Me alegro mucho por tu independencia, te envío los mejores deseos de éxito. Y sobre tu malogrado matrimonio, ya lo veía venir. En fin, sería muy bueno que vinieras a conocer mi hostel. Te dejo mi teléfono, para que me llames cuando tengas tiempo. Cuídate y estamos en contacto.
Lo releí varias veces. Me pareció escrito en el tono adecuado: como antiguos conocidos y nada más. Llamé a la Alison para contarle cómo me había ido con la mapuchita y también le leí el mail para Juan Antonio. ¿Llamaste a la Lena para preguntarle por él? Quizás anda en Japón, por lo del terremoto, me dijo.
Me contó Juan Antonio que la Nanako se queda allá por un buen rato, comenzó diciéndome la Lena. Cuando se vean pregúntale el porqué se terminó el matrimonio, según las malas lenguas se puso fresco con sus alumnas, pero nunca se sabe. Igual me vive preguntando por ti, como siempre.
Me fui al hostel tranquila: Javier del ensayo se va directo a tocar, por lo que tendría una noche relajada. Verifiqué con el constructor que el maestro que se queda cuidando el hostel sea de confianza (nunca se sabe con este tipo de gente), y me fui al apart hotel caminando, para ver cuánto me demoraba: 20 minutos apenas. Aproveché de inmediato para escoger y dejar pagada mi habitación. Mi idea era estar el domingo 20 durmiendo lejos de Javier y del loft.
Grande fue mi sorpresa, porque mientras hacía mi maleta y ordenaba lo que se irá al hostel (lo bueno es que jamás me acomodé 100% en el loft), llegó Javier.
- ¿Te ibas a ir sin decirme nada? – fue lo primero que me dijo, apenas entró.
- ¿Qué haces tan temprano por acá? ¿Dejaste a los demás botados?
- Les dije que estaba enfermo. Da lo mismo. Marlene me contó la conversación que tuvieron en la tarde.
- Tan discreta la mapuchita. ¿Qué te contó exactamente?
- Que te vas, que me dejas.
- ¿Y no te dijo el porqué?
- Es que a eso vengo, a explicarte.
- No tienes nada que explicarme, Javier. Y no me voy ahora mismo, sino mañana. Pero de seguro nos toparemos en la calle, y te voy a saludar, no te preocupes.
- De verdad quiero contarte lo que pasó en el verano…
- Ahórratelo. No me interesa.
- Es que no quiero que me dejes. Quiero que sigamos viviendo juntos, construyendo día a día…
- Córtala, Javier. Nadie “construye” –le hice el gesto técnico con los dedos, para que le quedara claro que me estaba burlando – nada a base de mentiras. Porque harto que me mentiste.
- Te lo puedo explicar.
- ¿Me puedes explicar el porqué el día de tu cumpleaños, cuando llegué de sorpresa, la que me abrió la puerta de tú habitación el hotel fue la mapuchita? ¿Cuántos días se llevaban acostando?
- Soy culpable porque soy un caliente de mierda. Pero yo no siento nada por ella. Es a ti a quien quiero.
- ¿Aunque sea latera en la cama? No pongas esa cara, la mapuchita me dijo que esa es tú opinión sobre mí.
- ¿Cómo se te ocurre que yo diría algo así?
- Da lo mismo. La decisión ya la tomé. Mañana me voy.
- Por favor, conversemos. Te preparo un vodka tónica, subamos a la terraza, pero por favor no te vayas.
- El vodka te lo acepto. ¿Te importaría dormir en el sofá? No soportaría dormir a tu lado.
- ¿Acaso no puedes entender que soy débil, que la Marlene conoce la forma de embaucarme?
- Lo único que sé, y esto lo aprendí por mi educación católica, que cuando se está en pareja, hay que ser sincero y leal.
- Por lo mismo pensé que tú me entenderías.
- ¿A qué te refieres?
- A tu infidelidad con el tipo ese.
- Perdóname, pero yo estaba enamorada de Juan Antonio. No fue una calentura, como lo tuyo con la mapuchita. Por favor no vuelvas a comparar las situaciones, que atroz, lo que me faltaba.
- Estoy buscando una manera que me entiendas, eso es todo.
- Javier, lo único que yo entiendo es que deberías vivir con la mapuchita. Son tal para cual.
Así nos pasamos varias horas. Mientras yo ordenaba, Javier me seguía, tratando de convencerme. Me preparó varios vodka, más de tres. Supongo que eso, más su insistencia, hicieron que pasáramos la noche juntos. Fue una mezcla de varias cosas: venganza contra la mapuchita (lo sabrá de todas maneras) y eso que yo soy latera en la cama seguro que se le olvidará, porque le hice cosas bien cochinas. Para que vea lo que se pierde.
Finalmente le mentí: le dije que me diera un mes para pensarlo bien. Que necesitaba ese tiempo para perdonarlo. Lo aceptó, y hasta me ayudó con el cambio. Me prometió que me dejaría tranquila y me rejuró que no pensaba ni mirar a la mapuchita.
Y el domingo, revisando mis planillas excel en mi casa provisoria, recibí la llamada de Juan Antonio. ¿Te tinca que nos veamos esta semana? Me gustaría que fueras a conocer mi instituto. Después nos podemos ir a comer a mi casa, como en los viejos tiempos.
4 comentarios:
Me encanta esta historia!! Claudia escribe un libro luego que te juro lo compro! :)
Saludos!
Te juro que,te juro que no es asi.
Veo venir otro polvo,pero con Juan Antonio :D
"no somos nada..." :D
como en los viejos tiempos.. jejeje.
Se ve venir..
Mish!!! la pituca al pedo... también siente... jajajaja
Que pena el J.A. Por caliente le pasó..
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