lunes, 22 de noviembre de 2010

Así me criaron.

Heinz y Selina son dos suizos de veintitantos años que les gusta Chile por una razón que no alcanzo a entender. No recuerdo cuál de ellos vino primero, la cosa es que uno convenció al otro y como hablan francés, italiano, alemán y ese idioma raro que tienen, se les ocurrió esto de recorrer algunos lugares de Santiago en bicicleta.

Tienen todo súper bien organizado: los turnos (uno en la mañana con desayuno "criollo" y otro en la tarde con once "criolla"), las bicicletas en perfecto estado, los recorridos en forma exacta, la forma en que cada grupo de turistas se organiza (para que ninguno se pierda), el agua que le reparten. Se pasan estos suizos.

La semana pasada hice todos los recorridos con ellos, para habituarme. Aparte de dolerme el trasero a morir, que bajé de peso de tanto pedalear y de transpirar como condenada, no aprendí nada. Heinz me pasó los mapas que les entregan a los turistas, Javier me hizo contarle los recorridos como guía turística: se me confundían algunos museos, los nombres de las calles se me olvidaban y, si algún inglés me preguntara acerca de la Basílica, no tendría que contarle.

Solución: nos levantamos temprano el sábado y el domingo, hicimos los recorridos tal cual, y hasta comimos el famoso desayuno y la once, que consiste en huevos revueltos en esas pailas que hacen pésimo (porque la idea es comerse el raspado, me explicó Javier) y mucha marraqueta.


Y el domingo, de vuelta al loft cansadísima, caminando de la mano con Javier por el horrendo barrio (pero que es patrimonial, como si eso lo hiciera más lindo o elegante), me di cuenta de dos cosas: uno, que no nací para trabajar como guía turística. Y dos, que Javier jamás me ha hablado de matrimonio. Lo que me llevó a la siguiente conclusión: que tendré que vivir y trabajar. Dos cosas que no me gustan para nada. Es verdad que estoy con un hombre bueno, que me quiere, que me cuida, pero que tiene una buena situación y aún así le molesta que no trabaje. ¿No será de esos enfermos de tacaños, que juntan dinero por el sólo gusto de hacerlo? ¿Cuál es el problema con que yo no trabaje, que esté en el loft, o que vaya al gimnasio o a la peluquería?

- Estás muy pensativa.
- Tengo una pregunta que hacerte.
- Espero que no sea acerca del recorrido, si hasta yo me lo aprendí.
- Quiero saber si tienes considerado el que nos casemos, una vez que yo me divorcie de Francisco.
- ¿Casarnos? ¿Te quieres casar conmigo?
- ¿Tú no?
- Pero si estamos recién viviendo, llevamos un mes juntos apenas.
- ¿Y quieres vivir para siempre?
- ¿Y cuál sería el problema?
- Que yo no vivo, Javier. Yo me caso.
- No me vengas ahora que quieres tener hijos, que nos compremos una casa al lado de la de tus papás y que yo me vista de traje y corbata.
- Estoy hablando en serio Javier.
- Mira, por si no te ha quedado claro: no quiero hijos, me gusta la forma en que vivo, me gusta ser músico. Nada sorpresivo para ti, porque así me conociste.
- Qué fresco eres. ¿Y tú, como me conociste? No me pongas esa cara de inocente. Si pues, casada y sin trabajar.
- Cuando te conocí te ufanabas de ser dueña de una tienda de ropa top, si mal no recuerdo.
- Pero después lo dejé y te conté de mi vida anterior.
- Ahora entiendo. Quieres que nos casemos y no quieres trabajar.
- No se trata que no quiera trabajar. Jamás lo he hecho, no fui criada para hacerlo y no lo haré. No tengo necesidad. Y sobre el matrimonio, es lo mismo. Sabes que fui criada en el seno de una familia católica y que...
- Por favor no me vengas con esas tonteras que eres católica o que te criaron de tal manera.
- Entonces mi vida completa es una estupidez para ti.
- No es eso. Pero tienes que entender que tu vida de niña mimada conmigo no va.
- Bueno, pero tu vida de músico sin compromisos y tacaño tampoco va conmigo.

Entramos al loft en silencio. Me fui a la terraza, llamé a la Alison y me dijo que no me podía ir a su casa, porque James es amigo de Francisco. Obligada a llamar a la Lena: puedes venirte el tiempo que quieras, yo feliz.

Cuando bajé Javier estaba planchando. Claro, como es tacaño no es capaz de contratar una nana. Comencé a llenar una maleta con algunas de mis cosas indispensables para algunos días. Me fui al baño a sacar mis cremas y maquillaje. Javier entró de pronto: ¿te vas?

4 comentarios:

SRTA TEMPLARIA dijo...

Noooooooooooooooooooooooooooooo!

No te puedes ir, me dan ganas de pegarle un coscacho a esta tipa!

El autor dijo...

yo creo que esa mina encarna el sueño de muchas otras...

Sam Mezylv dijo...

Está muy loca.. ¡¡Pero se parece tanto a una que conozco!! y que, de alguna forma, la hago participar de mis historias, porque ese tipo de mujer me parecen un "elemento extraño"..

Saludos!!

Insisto... dijo...

jajaj si te vas...cierra la puerta por fuera :d

Pero interiorizándome bien en el asuntete...voy y vuelvo tiene trozos de razón.Hay muchas mujeres que solo quieren casarse,atender su casa,ir al gym,devorarse un mall,mientras el ejecutivo se saca la cresta de 8 a ocho para complacer a una mina de caracho fino de las monjas francesas :D