Creo que he bajado 5 kilos en esta semana. Han sido demasiados cambios.
Después de hablar con Juan Carlos, mi abogado, me fui donde la Lena. La verdad es que estaba bastante desesperada y necesitaba su consejo. Le pedí el número de Juan Antonio porque lo único que quería era decirle lo poco hombre que era y que gracias a la tonta de la china fea me había arruinado la vida. Por supuesto la Lena no quería darme el número, que cuál era la idea de rebajarme, que no vale la pena. Finalmente accedió, y me contestó la china fea. Qué atroz esta gente que vive en Chile y habla un pésimo español. Le corté y me llamó de vuelta.
- No quiero hablar contigo.
- Lo único que te quiero decir es que por favor dejes en paz a mi marido. Ya nos has causado suficiente daño.
- Perdóname, pero TU marido es quien me persigue.
- Eres una descarada. Pero no importa, porque ya le conté todo a tu marido y espero que él sepa ponerte en tu lugar.
- Ex marido, para tu información. Y no es mi culpa que Juan Antonio me busque. Quizás yo le doy las cosas que tú no.
Le corté y apagué el teléfono unos minutos. China horrenda, le regalo al cobarde de Juan Antonio. Quizás qué cosas le dijo de mi para que ella me tratara tan mal. Aunque esto no se va a quedar así, buscaré a Juan Antonio por último en ese instituto donde hace clases y le diré unas cuantas. Y pensar que hasta creí que era el amor de mi vida.
Donde la Lena escuché el mensaje de voz de Javier: “Mi pobre niña rica (así me dice para molestarme), me llamó tu marido porque la Marlene le fue con el cuento. Le dije que sí estamos juntos, menos de un mes, pero porque tú te sentías sola ya que intuías su infidelidad. Me hizo rejurarle que todo era verdad. Creo que se lo creyó. Te llamo más tarde porque voy saliendo al ensayo”.
Llegó la Alison donde la Lena, porque Francisco le contó a James “lo engañado que había vivido todos estos años”. Según mis dos amigas, la mejor solución es irme a vivir con Javier. Escuchando cómo la Alison se lo describía a la Lena, casí me enamoré de él: un hombre bueno, querendón, solitario, responsable, atractivo, sin vicios, al que le “brillan los ojitos cuando te ve”.
Finalmente les hice caso, sobre todo por la parte del dinero que gastaría quedándome en un hotel. Claro que lo hice todo en forma organizada: el martes a primera hora llegó el camión que contraté, donde cargué todas mis cosas y algunos muebles que yo escogí y que costaron carísimos. Igual gasté una cantidad importante, porque contraté a unos hombres para que embalaran el lunes.
Javier me recibió con una gran sonrisa. Me dijo que no me preocupara por nada, que él estacionaba mi jeep y se preocupaba del camión. Te preparé un rico baño de tiña para que te relajes.
Me fui al baño, me saqué el buzo inmundo y me relajé en la tina. A los cinco minutos, mientras escuchaba bajar mis muebles, a Javier abrir mis maletas y gritarme: no te preocupes, te dejé casi todo mi clóset para ti solita, me vino un ataque de llanto. Qué atroz, no podía parar. ¿Qué sería de mi viviendo en este barrio horrendo, con un hombre al que apenas conozco, más la vergüenza de tener un ex marido infiel?
Anduve bastante triste el resto de la semana, además que Javier continuó con su vida habitual y, cuando iban sus alumnos al loft, tenía que irme a alguna parte. El jueves me fui donde la la Lena, y el viernes un rato donde la Alison.
Tampoco quise contestar las llamadas de mi mamá: no tenía ganas de escuchar sus recriminaciones.
Pero lejos lo peor fue contestar la llamada de Francisco. Lo hice porque no tengo nada que ocultar, pero me trató pésimo.
- Te llevaste el Chester. Es mío, lo quiero de vuelta.
- Nunca te gustó, fui yo la que lo compré.
- Perdóname, pero todo lo que hay dentro del departamento lo compré yo.
- Si te refieres al dinero, obvio que sí. Pero el buen gusto y refinamiento son míos, y eso no tiene precio.
- No tengo tiempo de escucharte. Lo quiero de vuelta. Ni me importa saber cómo me lo traes, pero lo quiero antes del próximo fin de semana en el departamento.
- ¿Me lo estás ordenando?
- Tómalo como quieras.
- Entiendo que siempre te gustaran las rotas Francisco, pero ponerte a hablar como una de ellas lo encuentro una exageración.
- Prefiero a las “rotas”, como tú las llamas, que a una mujer como tú: traicionera y mentirosa.
- ¿Ahora soy yo la mala? Como te lavó el cerebro la rota esa. ¿No le contaste que antes me engañaste con una rubia teñida última?
- No entiendo cómo no me di cuenta lo cínica que eres. Ya sé que la relación con ese tipo no fue sólo durante nuestro matrimonio, sino que viene de antes.
- ¿De qué estás hablando, por Dios?
- Sabes perfectamente a lo que me refiero. Pero gracias a Dios encontré una buena mujer, decente, trabajadora, sincera.
- Si fueras pobre no te hubiera mirado ni de lado.
- Cualquier cosa que venga de ti no tiene ninguna importancia. Lo único que quiero es el Chester de vuelta y que nos divorciemos lo antes posible.
- Dos cosas Francisco: el sofá es mío y la próxima vez que quieras hablar conmigo, hazlo a través de mi abogado. Es la última llamada que te contesto.
6 comentarios:
Le salió caro ser infiel...
ex marido infiel? acaso lo que ella hacia eran obras de caridad? me recuerda una pelicula espanola llamada "sexo por compasion"
jajaja... siempre me río con esta mina.
Yo tengo gustos de rota, porque la weá de sillón la encontré harto fea (además que es de cuero y esa weá es antiecológica).
Ahora falta que un curao le agarre el poto a la salida del loft... sería de antología.
juaju creo q comparto con la Sabi.. aunq el blanco no está mal ajjaja!
Pucha mi niña huequita.. así con la vida jejejeje
Abrazitos, espero q el lunes llegue luego!
PAU
wena... ahora se puso realista la trama... estará la protagonista a la altura de las cirscunstancias?
jajaja
saludos
pucha que me da pena esta mina!!!! en serio es que creo que son las típicas hijas que crecieron con un nido en la cabeza. Cuicas, huecas y creyendo lo que la mama hueca y papito hueco le dijeron de la vida.
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