lunes, 23 de agosto de 2010

Llevando a cabo.

Comencé mi plan de la siguiente manera: le dije a la Alison que averiguara (es íntima de las secretarias y los junior, cosas de ella) dónde se juntaba Francisco con la promotora rota pobretona esa. Sorpresa mía, su nido de amor es el departamento de ella. Me contaron que de chica trabajaba en esos team de verano y así se lo compró, me dijo la Alison.

Entonces, una tarde que Francisco llegó cansado y agotado del gimnasio (como si yo fuera tonta), le comenté con el tono de más inocente que pude: ¿Te conté que me encontré con la Cota García? Sigue igual de copuchenta y mala clase. Si hasta me dijo que había visto tu auto en un barrio de Providencia donde no tenemos ningún conocido, que tuviera cuidado por tu "historial". Pero no te preocupes, que no le hice ningún caso.

Francisco se quedó en silencio unos segundos, y luego se rió de la forma más nerviosa que le he escuchado. De esta manera andará con delirio de persecusión y - lo mejor para mí- con cargo de conciencia.

Después vino Juan Antonio y su frescura. Me envió el siguiente mensaje: "Te extraño mucho y cada día te pienso. Quiero verte". La Lena me consiguió el número de la china fea y se lo reenvié con el siguiente texto: por favor controla a tu marido.

Fue lo peor de lo peor, porque mi teléfono no dejó de sonar, primero desde el número de Juan Antonio y luego de otros números que no conozco. Llamé desesperada a la Lena y me dijo que la china estaba vuelta loca, porque Juan Antonio ha sido "un poco fresco" y la fea quería saber de mi boca la verdad. Le prohibí a la Lena que le diera mi dirección o algún dato de cómo ubicarme.

Finalmente, Javier. Usé la técnica antigua e infalible: la seducción. Fui con la Alison a una tienda donde nadie de mis conocidas jamás irá, y me compré un vestido ajustadísimo, negro con rayas blancas hasta las rodillas y con un hombro al descubierto. El jueves le dije a Francisco que iríamos a tomarnos algo con la Alison (feliz él, obviamente). En el jeep me puse las medias caladas y unos tacos altísmos, y partimos al concierto.

Llegamos justo cuando estaban tocando; Javier me dedicó una sonrisa y yo le cerré un ojo.

Lo malo fue que, a lo lejos, divisé a la mapuchita acercándose a nosotras con mala cara.

3 comentarios:

El autor dijo...

xuxa... mija, va a tener que hacer algo con este cuento pq se pone cada vez mejor y una semana es demasiada espera.

Sam Mezylv dijo...

Uhhhhhhhh... que ganas de estar ahi pa ver esa confrontación


jajajaj

Insisto... dijo...

Esto esperaba...unas tiradas de mechas igual q la titi y la Daniela Campos! jojoj