- ¿Viniste a ver al Javier?
- Hola, ¿cómo era que te llamabas?
- Marlene.
- Ah claro, Marlene. Mira, no tengo idea el porqué de tu pregunta. Vine a escuchar mi música favorita con mi amiga.
- No te hagas la tonta. Sé que andas rondando a Javier.
- ¿Rondando? ¿A qué te refieres?
- A que andas detrás de él. Debería darte verguenza, si eres casada.
- Qué latera que eres. Claro que soy casada, jamás lo he negado. Y no ando detrás de Javier, que imaginación tienes.
- Siempre supe que, aparte de cuica, eras cínica.
- Mira niñita, no tengo porque soportar tus insultos en forma gratuita. ¿Te podrías ir y dejarnos en paz, por favor?
- No me voy, porque la que se tiene que ir eres tú.
- ¿En serio? ¿Y cuál sería la razón?
- Porque estoy hasta la coronilla con tu cara de caliente persiguiendo al Javier. Él es mio.
- A ver mapuchita, ya soporté bastante tus roterías.
- ¿A quién le dices mapuchita? ¿A mi?
- ¿Ves a alguien más?
De ahí en adelante se me hace un poco borroso el panorama. Recuerdo haber sentido el vodka en mi cara, la Alison pegándole un empujón a la mapuchita, después sentí una cachetada de esta rota, la música dejó de sonar, Javier entre nosotras, que me calmara, la Alison le gritó (con muchos garabatos) que él se hiciera cargo de la mapuchita, que estaba como loca. Javier me pasó un juego de llaves y me repitió como cinco veces: ándate a mi casa, espérame allá. Que atroz, quedé como en shock, no atinaba a hacer nada. La Alison no quiso irse conmigo, No le doy el gusto a la mapuche esta, me dijo.
Me sorprendió, igual que en el almuerzo, lo ordenado y limpio que es Javier. Y como estaba de dueña de casa, puse la cafetera, me saqué el vestido (no podía llegar toda mojada a la casa) y me puse un polerón que encontré. Mientras me tomaba el café me dio como un ataque de risa medio nervioso, recordaba lo que había pasado con la mapuchita y no lo podía creer. Eso te pasa por meterte con rotos, me hubiese dicho mi madre.
Javier llegó una hora después, con cara de preocupado.
- ¿Te hizo algo la Marlene?
- Me pegó una cachetada, pero no me dolió. Debe ser por la adrenalina del momento.
- Que bueno que no te pasó nada. Es que la Marlene es de temer.
- ¿A qué te refieres con eso "de temer"? ¿Tengo que suponer que no es la primera vez que actúa como rota?
- Es que la Marlene es media posesiva, entonces entiende mal las cosas.
- Javier, habla claro. ¿Tienes o no una relación con ella?
- Es que relación no es, es sólo sexo.
- Bueno, la mapuchita me dijo que tú eras de ella.
- Chuta, ese es el problema. Como la Marlene canta, sabe mis movimientos y bueno, también sabe lo que me gusta y uno como hombre cae nomás.
- Bueno, te tengo una noticia: vas a tener que aclararle que tu dueña ahora soy yo.